Comechingones y Huarpes: Habitab, Vida y Costumbres

Comechingones y Huarpes: Aborígenes de Argentina - Habitab y Costumbres

Aborígenes Argentinos  - Huarpes y Comechingones

• Los huarpes:

comechingonesLa cultura huarpe, original del territorio cuyano, ocupaba en el siglo XVI la zona limitada al norte por el valle del río San Juan; al sur la cuenca del río Diamante en la provincia de Mendoza; al oeste la cordillera de los Andes y al este el valle de Conlara.

En total, ocupaban las actuales provincias de San Juan, San Luis y Mendoza.

La región huarpe es sumamente interesante desde el punto de vista cultural ya que por un lado es el límite meridional de la expansión de los pueblos agricultores de la actual Argentina en tiempos prehispánicos y por el otro, representa un hábitat transicional con las culturas de Pampa y Patagonia.

A su vez, es posible que a esta región hayan llegado influencias de los araucanos desde el actual territorio chileno.

Existían diferencias internas en la cultura: los huarpes del oeste eran agricultores sedentarios y como producto básico cultivaban el maíz y la quínoa.

Poseían acequias en los terrenos cultivados y fueron ceramistas. Practicaron la recolección (algarroba) y la caza en menor medida.

Por el contrario, los huarpes del este eran cazadores de liebres, ñandúes, guanacos y vizcachas.

Algunas crónicas nos hablan de la existencia de perros adiestrados para colaborar en la caza.

Utilizaban para estas actividades el arco y la flecha y las boleadoras.

El sistema más común de caza llamó la atención de los conquistadores e inclusive era muy semejante al de los querandíes:

“Del instante en que ellos sorprendían uno (un venado) se le aproximaban, lo perseguían a pie, a medio trote y no lo perdían jamás de vista.

No lo dejaban detenerse ni a comer hasta que, al cabo de uno o dos días, el animal se fatigaba y se rendía; van ellos entonces a atraparlo y, cargados con su presa, retornan a la casa donde celebraban una fiesta con su familia.”’

Pero más aún: existe un tercer sector con características propias, debido al particular hábitat en el que se asentaban: las lagunas de Guanacache, en el límite entre las actuales provincias de San Juan, San Luis y Mendoza.

Allí existían vastas zonas inundadas que condicionaron un tipo de vida singular de las comunidades, llamadas tradicionalmente “huarpes laguneros” o “huarpes de Guanacache”.

En este hábitat las comunidades huarpes se adaptaron a base de la caza y la pesca.

Realizaban esta última actividad con un tipo de balsa que es lo más antiguo de que se tenga conocimiento como embarcación.

Su construcción es elemental: la unión de tallos de juncos atados con fibras vegetales.

En esas lagunas también se practicaban la caza de patos.

En conjunto, como vemos, había una relación con la naturaleza diversa según las regiones y las comunidades, practicándose todos los tipos de economía para la subsistencia: agricultura, caza, pesca y recolección.

Cuando llegaron los conquistadores, los huarpes cuyanos se encontraban en un proceso de transculturación de origen andino; hacían ya vida sedentaria, cultivaban el suelo, vestían camiseta andina y conocían la cerámica rayada, grabada y en bajo relieve y la cerámica policromada; uno de los cultivos más importantes era el de maíz, probablemente también el de quínoa.

Además, entraban en su alimentación productos agrestes de la zona, en especial la algarroba, que abundaba entonces más que ahora. Con este vegetal preparaban el patay, y la chicha o aloja.

Practicaban también la pesca en las lagunas, en Guanacache, hoy casi desecada, se realizaba la pesca en balsa de antigua factura, formadas con la reunión de varios haces de tallos de juncos o totora, fuertemente ligados, el todo asumía una forma alargada, con rebordes y era impulsado por una larga pértiga, todavía se hallaban muestras de esas balsas hace pocos años. Cazaba patos y venados.

Los Comechingones:

Las Sierras Centrales constituyen un peculiar ámbito geocultural, limitado hacia el norte y el nordeste por el Chaco; hacia el noroeste la llama da Área Andina Meridional y hacia el sur por las llanuras de la Pampa.

Sabemos que las Sierras Centrales estuvieron habitadas desde hace unos 8.000 años y también podemos afirmar que tanto los comechingones como sus hermanos zonales, los sanavirones se fueron configurando como una cultura definida desde el año 500 a.C.

Los comechingones son la etnia correspondiente a las sierras del oeste de la provincia de Córdoba y estaban organizados en dos parcialidades: los henia al norte y los camiare al sur.

Los primeros cronistas nos hablan de “barbudos como nosotros” o también de la provincia de los comechingones, que es la gente barbuda...

Parecería que el atributo de la barba llamó la atención de los españoles, peculiaridad que pasó a través del tiempo como uno de los rasgos identificatorios de estas comunidades.

Los comechingones eran agricultores de maíz, porotos y zapallos.

Utilizaban el regadío artificial sobre campos de cultivo de gran extensión que también impresionó a los conquistadores.

Practicaban la conservación el cereal en silos subterráneos.

Aunque sin el grado de desarrollo alcanzado por las comunidades diaguitas, la vida agrícola de esta cultura ofrecía un patrón similar a al cultura del Asca Andina Meridional.

Fueron pastores, practicando la crianza de llamas y en menor medida cazadores y recolectores.

En lo que se refiere a las principales industrias, la cerámica no tuvo un gran desarrollo; sí, en cambio, el tejido, la piedra y el hueso.

La metalurgia es casi inexistente.

RECURSOS ECONÓMICOS Y TÉCNICOS:

El cultivo de maíz, de quinua y de porotos; la cría de llamas y la caza de guanacos, ciervos, vizcachas y tucutucus constituyeron los principales recursos económicos de estos indios.

Sabían mejorar sus cultivos regándolos mediante acequias; pero frecuentemente se les malograban con las sequías y grandes mangas de langostas.

La recolección de frutos silvestres, especialmente de chañar y algarroba, constituía también un buen recurso para la vida económica de los comechingones.

Con algarroba elaboraban aloja, bebida fermentada con la que acostumbraban embriagarse.

Para la cocción de alimentos utilizaban vasijas alfareras sobre fogones que encendían por el difundido procedimiento de fricción, haciendo girar una varilla de madera dura sobre una tabla de madera blanda. También tenían hornos subterráneos.

En el cuenco de morteros de piedra hechos en grandes cantos rodados, u horadados en la roca viva, trituraban el maíz y los frutos silvestres, con una piedra alargada, a manera de majadero.

También utilizaban para la molienda, conanas: consisten en una piedra tabular con una depresión alargada dentro de la cual se molía deslizando a lo largo un canto rodado con una cara plana.

También se utilizaron pequeños morteros y conanas para triturar especias y para substancias colorantes.

Su alfarería era pobre en formas y en decoración (guardas geométricas incisas).

Parte de dicha alfarería ha sido modelada sobre cestos, a manera de hormas, y utilizando mallas de fibra de caraguatá; circunstancia que nos permite conocer su cestería y la técnica de sus redes.

Algunos testimonios documentales se refieren a los tejidos de lana de estos indígenas; industria cuya difusión confirman multitud de torteros o "fusaiolas", generalmente de barro cocido, muchos de ellos decorados con dibujos geométricos incisos, hallados en las sierras de Córdoba.

En la industria líctica, las piezas talladas de mayor perfección son las puntas de flechas (de pedernal o "sílex"); también se encuentran raspadores, cuchillos, perforadores, raederas y adornos. Abundan especialmente las hachas finamente pulidas.

La metalurgia parece haberse reducido a una escasa obtención de cobre, para adornos.

El hueso ha sido utilizado para la fabricación de puñales y otros objetos cortantes y punzantes.

La industria de la madera se da por descontada, aunque no se hayan conservado ejemplares arqueológicos.

MANIFESTACIONES ARTÍSTICAS:

 Los comechingones han dejado, en diversos abrigos naturales de las sierras, notables expresiones de su arte rupestre en rojo, blanco y negro.

Sobresalen las pictografías del cerro de Intihuasi (Río Cuarto) y las del cerro Colorado (Quílino).

Las primeras, que el Dr. Brackebusch dio a conocer en 1875, consisten en series de guanacos, avestruces, venados, pumas, algunas figuras humanas armadas de arco o lanza y diversos dibujos, para nosotros incomprensibles.

Las pictografías del cerro Colorado, que en 1903 publicó Leopoldo Lugones, consisten en siluetas de flecheros emplumados integrando composiciones escénicas de caza, figuras humanas de frente, en cadena, españoles a caballo, llamas, guanacos, tigres, zorros, cóndores, etc.

Entre los dibujos ideográficos que no se han podido descifrar, son frecuentes las figuras circulares con rayos (como rueda), a las que el arqueólogo Antonio Serrano les asigna la representación de soles o lunas.

Cientos de estatuillas antropomorfas de barro cocido (y algunas de piedra "sapo"), exhumadas por la arqueología, revelan una manifestación artística de caracteres arcaicos.

Estas estatuillas figulinas miden de 9 a 12 cm. de largo; por lo general no tienen brazos y las piernas van pegadas y terminadas en punta.

En las vinchas, delantales y tatuajes grabados en estas estatuillas, han sido aplicadas guardas geométricas de temas rítmicos.

De los Sanavirones se sabe mucho menos. Lo mismo que para los comechingones, la barba que cubría su rostro los distinguía de los demás indios.

Habitaban el oeste de las sierras de Córdoba; allí hacían sus viviendas, cavando la tierra hasta que quedaban solo dos paredes, que armaban con madera y cubrían con paja.

Rodeaban un grupo de ellas con una empalizada de troncos. Ambos elementos, “casas comunales”  y "empalizadas" nos remiten a influencias de las culturas de la Selva.

Como los comechingones fueron agricultores especialmente de maíz, que cultivaban en vastas extensiones.

Practicaron asimismo la recolección, la caza la pesca y el pastoreo de llamas. Las viviendas eran de gran tamaño para albergue de varias familias.

En cuanto a las industrias se sabe, aunque eran alfareros e inclusive decoraban y pintaban sus cerámicas, que eran parecidas a las elaboradas por los tonocotés.

Cazaban guanacos, ciervos y liebres; recolectaban frutos de algarrobo y chañar y cultivaban el maíz y la quinua.

Con todas estas tarea conseguían su sustento; y lo pequeños criaderos de llama que habían domesticado les daban la lana para tejer el delantal, la camiseta y las mantas con que se vestían.

Del nivel cultural de estos indígenas ofrecen excelentes testimonios las pinturas rupestres de la sierra de Comechingones, de la zona de Cerro Colorado y las Sierras del Norte.

Se han estudiado unos 30.000 dibujos en 200 cuevas o abrigos. Cuando llegaron los españoles, en 1573, comenzó la extinción de estos indígenas, que se diluyeron en la masa mestizada de la antigua gobernación del Tucumán.

Indudablemente existen una serie de peculiaridades que hacen aparecer a esta cultura con importantes influencias de la selva tropical, posiblemente de antepasados que a través de la región del litoral cruzaron el sur del Chaco y se asentaron en el territorio sanavirón.

Sin embargo, por la escasez de datos no estamos en condiciones de asegurar esta hipótesis. Mucho más sencillo es en cambio demostrar la influencia de la región de la Montaña, de la cual participaron por una forma de vida sedentaria, agrícola, y alrededor de la cual giró la organización comunitaria.

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