LOS NÚMERO
PERFECTOS: El número que es igual a la suma de todos sus
divisores recibe el nombre de número perfecto. Por ejemplo, el 28 es un
número perfecto porque:
28 = 1 + 2 + 4+ 7 + 14
Euclides demostró que todo
número primo n
engendra un número perfecto N por aplicación de la fórmula:
2n-1(2n-1) = N

Si escribiéramos este número todo
seguido, nos daría materia para el libro más voluminoso, más insípido,
más inútil y más aburrido del mundo.
Respecto a este tema, el divulgador
científico Leonardo Moledo, dice:
"Los números perfectos impresionaron
mucho a los matemáticos de la Antigüedad, muy acostumbrados a jugar con
los números. Los griegos y los judíos (antiguos naturalmente) usaban
letras para escribir las cifras, con lo cual cada número se podía asociar
con una palabra y permitía sacar conclusiones esotéricas que harían
palidecer a cualquier adicto a la quiniela. Por ejemplo’ el número 666
asociado con “la bestia” en el Apocalipsis porque la manera de estar
escrito alude al emperador Nerón, que para los primeros cristianos era (y
con razón) poco menos que un monstruo. Sin embargo, 666 no es un número
perfecto.
En cambio, el pálido 6 sí lo es. Un
“número perfecto” es aquel que coincide con la suma de todos sus
divisores, exceptuado él mismo. Y el 6 cumple con el requisito: sus
divisores son 1, 2 y 3, y 1+2+3 es exactamente igual a 6. Los
comentaristas tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento no dejaron de
asombrarse de que el número de días que a Dios le tomó crear el mundo
(descartando el séptimo día de descanso) fuera, precisamente un número
perfecto.
Esta coincidencia no quedó simplemente en perplejidad sino que
llegó a usarse como argumento teológico. Según San Agustín no obstante
haber podido crear Dios el mundo en forma instantánea, prefirió emplear
seis días porque “la perfección del número 6 significa la perfección del
Y si se tiene en cuenta que el siguiente
número perfecto es el 28 (suma de 1+2+4+7+14), más o menos el tiempo que
toma el ciclo de la Luna, es de suponer que durante mucho tiempo los
calculistas se lanzaran a la caza de números perfectos. Pero los números
perfectos son difíciles de cazar. Y son pocos. Después del pequeño 6 y el
vigoroso 28, el número perfecto siguiente (el tercero) es 496,el cuarto es
8.128 y el quinto... ¡33.550.336!
El sexto ya anda por los ocho mil millones.
El octavo ya es un número de diecinueve cifras. Hoy se conocen
veinticuatro “números perfectos”, de longitudes verdaderamente
inverosímiles: el vigésimo cuarto número perfecto tiene más de doce mil
cifras. Naturalmente, estos números se manejan e investigan mediante
computadoras.
Y hay misterios, misterios sin resolver. Por
empezar, no se sabe si existe algún número perfecto impar. Tampoco se sabe
si existen infinitos números perfectos. Nadie debería extrañarse si mañana
mismo alguien anuncia haber descubierto el vigésimo quinto número
perfecto: no lo intente el lector, ya que es una tarea ingrata.
Y vale lo
dicho en 1811 por el descubridor del noveno número perfecto (demasiado
largo para escribirlo aquí, ya que tiene treinta y siete cifras). “Los
números perfectos son meras curiosidades sin utilidad alguna”. "
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