EL ARTE Y EL HOMBRE:
Todas las culturas tienen distintas manifestaciones artísticas que
la historia del arte ha tratado de sistematizar y relacionar entre
sí. La historia del arte sitúa en el tiempo las realizaciones
peculiares de cada cultura y a los artistas que las crearon.
El arte no conoce fronteras
geográficas ni límites temporales; sus orígenes, su existencia y su
extensión se confunden con los de las sociedades humanas. El arte
está implícito en todas las esferas del saber y de la conciencia e
intentar abarcar este campo inmenso requiere de múltiples
aproximaciones.
El arte pertenece al hombre. No es de
extrañarse que desde siempre, a semejanza de otras actividades
producto de la observación y la reflexión, le haya servido para
configurar su propia imagen y para ubicarse en el espacio y en el
tiempo. Desde el Renacimiento, se acostumbra clasificar a los
artistas y las obras de arte según períodos, estilos y movimientos.
Si se tiene interés por la historia
de la humanidad, se está obligado a conocer la cultura y el arte,
que son la expresión colectiva e individual de una sociedad y de
quienes la constituyen. Para los amantes del arte, el conocimiento
de su historia es imprescindible, porque permite seguir su
evolución, ayudando a comprender y a valorar una obra artística
según sean sus precedentes y la relación con ellos, es decir, su
originalidad.
Todas las creaciones artísticas se
valen de instrumentos materiales; esta historia del arte se inicia
con un capítulo dedicado al conocimiento teórico de los elementos
con que cuenta cada artista para hacer sus obras.
Los factores que influyen en que
dotemos a un objeto de la categoría de obra de arte son muy vanados
y dependen en gran medida de los ideales estéticos con los que cada
época valora la creación artística.
La dimensión de «artistiddad» que
concedemos a unos determinados objetos supone estimarlos en virtud
de un valor que, en sí mismos o con anterioridad, no tenían. Pero
ese valor, que llamamos artístico, no depende de LOs materiales
empleados, aunque puedan se" tan preciosos como el oro, ni del
importe económico en el que pudieran ser tasados a través de
mecanismos de mercado. Incluso, solo hasta cierto punto, influye la
antigüedad o e! estado de conservación.
En cambio, son muy importantes,
cuando existen, los ideales estéticos que cada época utiliza para
jerarquizar unas formas o modos de concebir la creación artística;
desde luego, son decisivas las consideraciones que las épocas
posteriores han establecido sobre ellos, en especial la
contemporánea, porque así quedan ubicados en una perspectiva
histórica que alcanza los problemas del presente. Eso implica que el
valor artístico es, como el gusto, mutable, pero de ningún modo es
una cuestión caprichosa.
El historiador del arte ha de
ocuparse, precisamente, de descubrir los mecanismos que engarzan
todo ese proceso a lo largo del tiempo.
Valoración del arte en la
historia: Aunque todo
aquello que denominamos obra de arte no puede justificarse solo en
virtud de su alcance social, ni juzgarse exclusivamente por el
respeto que mereció a sus contemporáneos, ambos aspectos revelan una
dimensión crucial del fenómeno artístico.
La valoración de los objetos en virtud de su belleza se inició en la
Grecia antigua, pero fue a partir del Renacimiento cuando el
ejercicio de la actividad artística, como arquitecto, escultor o
pintor, y su protección, a través del mecenazgo y el coleccionismo,
empezó a representar un papel primordial en el devenir histórico.
Los debates teóricos, acrecentados
durante los siglos XVIII, XIX, XX, junto a la progresiva extensión
de distintas expresiones de lo artístico, incomparablemente más
difundidas que en ninguna otra época anterior, sobre todo en lo que
se refiere a las posibilidades de creación y disfrute, han situado
al arte en una posición capital en la cultura de nuestros días. Pero
mas allá de su valoración específica, aquellas piezas que hoy
consideramos como manifestaciones artísticas, recibidas de las
civilizaciones que nos han precedido, cumplieron funciones
concretas, a veces decisivas, en la vida personal y social de los
individuos a lo largo de la historia.
En la Prehistoria, por ejemplo, la
creación está asociada, con frecuencia, a una actividad ritual. En
el mundo antiguo . medieval, la religión, fuertemente imbricada con
la política, constituye un factor consustancial al hecho artístico:
por consiguiente, este no puede ser entendido sin tener en cuenta
las creencias colectivas y los mecanismos económicos y culturales.
Esta vinculación del arte con el poder supone en determinado modo de
implicación de la sociedad en el proceso creativo; nace así la
consideración del arte como un lenguaje con trascendencia social,
que expresa contenidos.
En la autonomía estética de la obra de
arte culmina en el siglo XX, cuando la secularización y
democratización de la sociedad proporciona al arte una libertad de
concepto como nunca tuvo antes. Por una parte, ello favorece que
dichas formas de creación se conviertan en instrumentos ce reflexión
sobre cualquier aspecto del ser humano, como forma de escapar a la
uniformidad intelectual y estética de un mundo globalizado; por otra
parte, los medios de m asas construyen lenguajes colectivos que
contribuyen poderosamente a unificar-pero también a cuestionar-
nuestros conceptos sobre la vida.
EL PATRIMONIO ARTÍSTICO
Como objetos autónomos, las obras de arte adquieren valores añadidos
a lo largo del tiempo, que se superponen al sentido primitivo, hasta
llegar, eventualmente, a ocultarlo. Es misión del historiador del
arte recuperar las diversas perspectivas que han de adoptarse para
entender las pieza: en el transcurso de su existencia. Por eso, la
presencia ineludible de las obras de arte en el mundo que nos rodea
es algo tan importante como las funciones históricas concretas que,
más o menos trasformadas, han mantenido hasta nuestros días.
De hecho, las obras de arte que, por
motivos diversos, han llegado hasta nosotros forman parte de la
actualidad: constituyen lo que se denomina patrimonio artístico. El
patrimonio artístico actúa directamente sobre nuestro conocimiento
histórico y, al mismo tiempo, sobre nuestra sensibilidad presente.
Al historiador del arte le corresponde estudiar y difundir los
objetos artísticos con rigor científico, con objeto de preservar su
integridad estética.
LA OBRA DE ARTE MAS CARA DE LA
HISTORIA
27-03-2013 Los cuadros de
Pablo Picasso,
obras ubicadas entre las más caras que se transan en el mercado del
arte, con cifras astronómicas, no paran de aumentar sus valores,
ahora con un nuevo récord para el artista. Se trata de "Le Rêve" (El
Sueño) , obra por la que el multimillonario estadounidense Steve
Cohen -una de las figuras más famosas de Wall Street- pagó US$ 155
millones, según informa el periódico New York Post. El cuadro,
pintado por el español en 1932 y en el que aparece su musa Marie-Therese
Walter, estaba hasta ahora en manos del magnate de Las Vegas Steve
Wynn, quien a mediados de los años noventa dañó accidentalmente la
obra cuando iba a enseñarla a unos amigos.
Pablo Picasso: En 1914, a causa de la guerra,
la estrecha relación entre Braque y Picasso se rompe. Aquel
marcha al frente, mientras que Picasso emprende una trayectoria
solitaria durante los años de la guerra, en los que simplifica el
lenguaje del cubismo sintético. A esa época pertenecen obras como
Arlequín (1915), donde consigue efectos nuevos: el tamaño
proporciona más monumentalidad, la caracterización es más
esquemática, la composición resulta rigurosamente equilibrada en
tonos y proporciones, las tintas son Dianas y quedan encerradas en
líneas rectas y superficies amplias, muy brillantes, cuyo
decorativismo se atenúa por la rigidez de las formas geométricas.
Fuente Consultada:
La Enciclopedia del Estudiante Tomo 09 Historia del Arte - La Nación
BBC Mundo.com
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