Que alguien nos
caiga bien o mal depende también del olor que emane. Pero el que alguien
huela supuestamente mal no es sólo una cuestión de higiene corporal.
Cuando alguien no soporta el olor de otra
persona no significa que ésta no sea limpia. Es más bien el resultado de
unas señales olorosas muy sutiles producidas por las llamadas feromonas,
señales que a través de la nariz actúan directamente sobre el sistema
límbico del diencéfalo y que desencadenan allí las correspondientes
emociones.
UN PERFUME
INDIVIDUAL: Las feromonas son químicamente afines a las
hormonas sexuales y se encuentran sobre todo en el sudor de la persona
que las emite a través de las glándulas apocrinas del vello axilar y
púbico.
Las glándulas apocrinas no son otra
cosa que glándulas sebáceas transformadas, cuya actividad es
controlada por las hormonas sexuales masculinas, los andrógenos. Las
feromonas confieren a cada persona su propio perfume individual y actúan
como sustancias de atracción sexual, es decir, estimulan sobre todo la
atracción sexual de las personas del otro sexo. Sin embargo esta señal
olorosa del cuerpo no se percibe por todas las parejas sexuales posibles
como agradable. Que a una persona le agrade o no el olor de otra
depende, pues, de factores bioquímicos sobre todo.
GUERRA AL OLOR
CORPORAL: El olor corporal se considera en nuestros días como
evidencia d€ falta de higiene, y por ello disponemos de un amplio
arsenal químico para inhibir cualquier perfume de nuestro cuerpo. Esta
mentalidad extremadamente higiénica es producto de tiempos relativamente
recientes. Hasta mucho después del Medioevo, el baño y aseo corporal se
consideraban como una costumbre insalubre. Incluso la nobleza durante el
Barroco prefería aplicarse polvos en lugar de lavarse. Pero ya en aquel
tiempo se intentaba disfrazar el innoble olor a sudor con abundante
perfume.
Ahora bien; el olor del cuerpo no se
genera únicamente por el sudor, el cual, cuando es fresco, apenas huele
en una persona sana a pesar de contener urea. La principal culpable del
olor corporal es la capa de grasa que protege nuestra piel. A esta
película de grasa, ligeramente ácida, se adhieren impurezas y escamas de
piel muerta que, junto con el sudor, forman un cebo que atrae a
numerosas bacterias y hongos. Esta grasa se descompone en condiciones
herméticas, produciéndose entre otros unos gases de olor fuerte, como
metano (también conocido por las flatulencias malolientes), sulfuro de
hidrógeno y amoniaco.
Estos gases son los causantes del
desagradable olor a sudor.
Las causas de un intenso olor corporal pueden residir también en
procesos patológicos en el organismo.
Los trastornos metabólicos, sobre todo,
suelen originar un cambio característico del perfume corporal, puesto
que el cuerpo elimina determinadas sustancias tóxicas a través de las
glándulas sudoríparas. Algunas de estas enfermedades ocasionan un
perfume tan característico que un médico experimentado las puede
diagnosticar solamente por el olor que despide el paciente. Este es el
caso de la diabetes, que huele a acetona, la fiebre tifoidea, a pan
integral, y la gangrena a manzanas podridas.
PARA OLER BIEN
• Lavarse dos veces al día contribuye a que el cuerpo no huela mal.
• La ropa interior y los calcetines se
deben cambiar diariamente. Las restantes prendas deberán olfatearse para
saber si se deben cambiar o no.
• La elección del jabón y del desodorante
debería depender del tipo de piel de cada persona. Los perfumes se
utilizan según el principio “menos puede ser más”.
• Si el perfume corporal experimenta un
cambio repentino, la causa puede deberse a un trastorno metabólico. Si
se manifiestan más síntomas convendrá consultar a un médico.
La eficacia de los desodorantes es
comprobada por narices profesionales y en los lugares donde el cuerpo
emana más sudor y olores propios.
Remedios Populares:
Remedio 1:. Beber una taza de infusión de salvia todos los días
contribuye a reducir la actividad de las glándulas sudoríparas.
Remedio 2:Aplicar
un puñado de hojas frescas de salvia mezcladas con jugo de tomate sobre
las axilas resulta tan eficaz que los desodorantes comerciales.
Remedio 3: Mojar
las axilas con una mezcla de té de corteza de sauce y bórax
Remedio 4:Empolvar
las axilas limpias y secas con bicarbonato de soda o maicena (fécula de
maíz, cornstarch), o una mezcla de ambos o una combinación de talco y
bicarbonato; o con polvo de arroz o talco. |