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Las Economias Capitalistas y Socialistas

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ORÍGENES DEL SISTEMA CAPITALISTA:

El capitalismo es un sistema en el que los instrumentos de producción, es decir, las fábricas y los stocks de bienes son, predominantemente, de propiedad privada.

Esta propiedad se concentra en muy pocas manos, en la burguesía, lo que hace que una parte muy grande de la población, el proletariado, no tenga ninguna propiedad, sólo la fuerza de su trabajo, que tiene que vender a cambio de un salario.

Asimismo, y para que los capitalistas vivan de su propiedad, es necesario que los trabajadores produzcan más de lo que ganan, es decir, generen un excedente, que es el elemento esencial del beneficio capitalista.

Además, el capitalismo es un sistema de iniciativa libre, no planificado, que tiene como objetivo la obtención del máximo beneficio.

Es decir, es un sistema de competencia libre entre particulares, sin intervención del Estado, en el que el mercado sólo se regula mediante la ley de la oferta y la demanda.

La competencia entre los empresarios para conquistar mercados provoca una carrera para reducir costes y precios, lo que se convierte en un incentivo para la constante renovación tecnológica.

Sin embargo, la falta de planificación y el aumento progresivo de la producción provocan crisis que se repiten cíclicamente.

Las crisis no son, por tanto, ocasionales o producto de un fallo del sistema capitalista, sino una forma de recuperar el equilibrio entre oferta y demanda cuando éste se pierde por exceso o defecto de una u otra.

A lo largo del siglo XIX, las viejas crisis de subsistencia ligadas a las malas cosechas, fueron siendo substituidas por las crisis de sobreproducción industrial.

En estas crisis se da un exceso de producción en relación con la capacidad de consumo.

Los productos no se venden, los precios se hunden, los beneficios bajan, las empresas cierran y el paro se extiende.

En esta situación, sólo los empresarios más fuertes sobreviven y sólo ellos son capaces de innovar.

El sistema capitalista durante el siglo XX

A partir de la Primera Guerra Mundial, se inició una nueva fase en el desarrollo del sistema capitalista caracterizada por una mayor intervención del Estado en los asuntos económicos, mayores trabas al comercio internacional y la conformación de grandes empresas.

Este proceso fue acompañado por una nueva organización de la producción y el trabajo, conocida con el nombre fordismo y taylorismo.

En la segunda mitad del siglo, el sistema capitalista tuvo grandes cambios que permitieron aumentar la producción y mejorar la calidad de vida de los trabajadores.

A esta etapa se la conoce con el nombre de capitalismo de bienestar y estuvo signada por un alto nivel de intervención estatal en la economía.

Las políticas estatales limitaron el poder de las grandes empresas dentro de los mercados y aumentaron la demanda de bienes y servicios.

Los trabajadores podían consumir más porque los salarios eran más elevados y las empresas podían producir más, porque el Estado les otorgaba créditos baratos.

Por esta razón, se conoce a esta fase como la edad de oro del capitalismo.

Sin embargo, a partir de la década de 1970, el capitalismo de bienestar sufrió profundas transformaciones.

El aumento del precio del petróleo originó grandes cambios en las estructuras empresarias y en los sistemas de organización de la producción y del trabajo.

Las empresas comenzaron a fabricar productos más diversificados pero en cantidades menores, reemplazando a la tradicional producción fordista caracterizada por la homogeneidad y masividad de los artículos de consumo.

Esto modificó la organización del trabajo dentro de las fábricas, ya que los trabajadores debían capacitarse para realizar distintas tareas y para trabajar en equipos reducidos.

Además, las empresas descentralizaron sus actividades; las grandes fábricas fueron reemplazadas por varias más pequeñas distribuidas en distintos lugares del mundo.

El ejemplo más claro es el de la industria automotriz: las partes y el ensamble final de piezas se realizan separadamente en diferentes fábricas, ubicadas en los países que tienen factores de producción más baratos.

Paralelamente, comenzó a modificarse el rol del Estado dentro del sistema, que disminuyó su intervención en la economía.

En muchos países se iniciaron procesos de privatización de empresas estatales y se desregularon los mercados financieros y comerciales.

EL SISTEMA ECONÓMICO CAPITALISTA

Durante el siglo XX, en algunos países del mundo se fue desarrollando otro sistema económico alternativo al capitalista: el sistema comunista.

Este surgió con la Revolución Rusa de 1917 y a lo largo del siglo se extendió a los países de Europa Oriental, a algunas zonas de Asia y de África, y a Cuba.

A pesar de que en cada uno de los países en los que se implemento tuvo características propias, el sistema comunista presenta un conjunto de rasgos comunes que lo diferencian del capitalista.

Entre estos rasgos, se destaca la fuerte intervención del Estado en la economía, a punto tal que los medios de producción no están en manos privadas sino que son propiedad del Estado.

Al desaparecer las empresas privadas, se suprimen los mecanismos típicos del mercado, y los precios de los bienes, de los servicios y de los factores de producción se establecen en el Estado y no por la libre competencia.

A su vez, el Estado se ocupa de indicar el tipo y la cantidad de los productos que se deben fabricar.

Por todo esto, el sistema comunista requiere de un muy alto nivel de planificación centralizada en los organismos estatales.

Además de planificar las actividades económicas, el Estado también organiza otras actividades vinculadas indirectamente con la economía, tales como la investigación científica, la capacitación de los trabajadores, la enseñanza, la salud pública y la seguridad social.

De esta forma, el sistema garantiza el acceso a los servicios básicos a toda la población, que así logra satisfacer sus necesidades primarias.

Sin embargo, el sistema comunista no pudo resolver algunos inconvenientes que lo llevaron a una profunda crisis.

Se generó, así, el colapso del sistema en la Unión Soviética y en los países del este europeo a partir de la década de 1980.

Entre las fallas más importantes, se pueden destacar la baja calidad de los bienes industriales, la escasa producción agrícola que no lograba satisfacer las demandas de una población en crecimiento, la excesiva burocratización de las actividades económicas como consecuencia de la planificación centralizada, la escasa variedad de productos y servicios que se ofrecían para el consumo y, fundamentalmente, la incapacidad de generar los cambios productivos necesarios para acompañar el proceso de cambio tecnológico desarrollado a nivel mundial desde la década de 1960.

PRIMERAS FISURAS Y EXPERIMENTOS DEL SISTEMA CENTRALIZADO:
Experimentos y reformas

En la década de los 60, se redujo el suministro de recursos libres y se hizo necesario cambiar de un progreso extensivo a uno intensivo, es decir, se pasó de invertir en un continuo crecimiento a utilizar las inversiones de un mejor modo.

Ello queda claramente demostrado en la agricultura.

La arada de tierra «virgen», iniciada en la Unión Soviética en 1954, fue la última de las campañas extensivas.

Hacia 1960, unos sesenta millones de hectáreas habían sido sembradas y la tierra recientemente ganada producía más del 40 por ciento del grano del país.

Pero las consecuencias fueron la erosión del suelo y la rápida desertización, y el experimento se detuvo con la caída de Nikita Kruschev en 1964.

En lugar de ello, debía aplicarse una mayor cantidad de capital al suelo disponible, tanto para reemplazar la mano de obra como para conseguir los incrementos necesarios.

El número de tractores, aumentó hasta más del doble entre los años 1960 y 1973. Sin embargo, a pesar de la creciente producción, la Unión Soviética se vio obligada a importar grano en grandes cantidades a finales de la década de los 60.

Al enfrentarse con una economía cada vez más compleja, el rígido sistema de planificación soviético, que había sido adoptado también por otras economías «socialistas», empezó a mostrar debilidad.

Si bien era capaz de seguir un camino trazado, como por ejemplo alcanzar determinados objetivos de producción con una determinada tecnología, la dirección industrial realizada por los burócratas reaccionó mal ante el cambio y la innovación.

Existían problemas en el suministro de carne y embutidos para nuestra población. No podemos satisfacer totalmente la demanda y es necesario introducir métodos de racionamiento.

En la agricultura, los suministros de carne porcina, leche y huevos no se han realizado según el plan. ¿Cuáles son las principales causas de esta situación?.

La mala cosecha de 1961 y la consiguiente difícil posición del pienso han llevado a una reducción en el número de cerdos y a una reducción en el peso de los cerdos y del ganado, así como de la producción de leche...

Además, la transición de la ganadería individual a la colectiva está asociada con la solución de problemas complicados. Ello también ha causado algunas pérdidas.

Una serie de reformas iniciadas por Kruschev en 1957, que pasaron los centros de control de los ministerios especializados a las autoridades regionales, fue revocada por Alexei Kosygin en 1965, pero se estimuló una cierta descentralización.

Se permitió a las empresas formar «asociaciones» con otras, como una capa intermedia de autoridad entre el centro y la fábrica.

Pero en 1973, había más de mil cien de estas asociaciones.

Además, el número de objetivos de planificación para los directores industriales se redujo de 20 o 30 a sólo ocho.

En lugar de ello se introdujeron incentivos monetarios en forma de bonos a los empleados, de gasto social (especialmente en la vivienda) y de fondos de desarrollo para las fábricas.

Las reducciones de costes también fueron estimuladas y se cargó un tipo de interés generalmente del 6 por ciento.

Hacia 1970, más de 41.000 empresas habían pasado al «nuevo sistema», representando cerca del 92 por ciento de la producción y de la mano de obra.

Estas reformas encontraron eco en otros países del bloque oriental.

Se tomaron decisiones formales para dirigir un nuevo curso en Alemania Oriental y en Checoslovaquia en el año 1963, en Polonia en 1964, en Bulgaria en 1965, en Albania en 1966, en Rumania en 1967 y en Hungría (el «Nuevo Mecanismo Económico») en 1968.

Sin embargo, de resultas de ello poco parecía haber cambiado, excepto en Hungría y temporalmente en Checoslovaquia, pues la racionalidad puramente económica no podía reconciliarse fácilmente con una economía dirigida en la cual los objetivos económicos y los métodos eran fundamentalmente el objeto de las decisiones políticas.

La Carrera Espacial:

El desarrollo de la cohetería militar en la Segunda Guerra Mundial evidenció que los cohetes podían ser desarrollados lo suficiente como para impulsar cargas útiles en órbita alrededor de la Tierra e incluso en el espacio exterior.

Los problemas prácticos eran formidables, pero en los años después de la guerra, tanto Estados Unidos como la Unión Soviética dedicaron una considerable cantidad de recursos económicos y tecnológicos para desarrollar programas a fin de superar dichos problemas.

La Unión Soviética fue la primera en obtener éxito, y el Sputnik I fue puesto en órbita el 4 de octubre de 1957.

El Sputnik II siguió un mes más tarde.

Después de lanzar el Luna II para que aterrizara en la Luna en 1959, la Unión Soviética lanzó el Sputnik IV en mayo de 1960.

Finalmente, el 1 de abril de 1961, el Vostok I regresó después de haber girado una vez alrededor de la Tierra: dentro se hallaba el astronauta Yuri Gagarin, el primer hombre en el espacio.

Estos éxitos causaron consternación entre los científicos estadounidenses y aprensión entre el público de este país.

Se convirtió en una necesidad política el demostrar que la tecnología estadounidense podía igualar los logros de la Unión Soviética en este campo.

Se emprendió el programa espacial y en 1962 tuvo lugar el primer vuelo tripulado estadounidense.

En los años venideros, ambas superpotencias siguieron dedicando una gran proporción de sus recursos a la tecnología espacial.

Muchos afirmaban que éste era dinero que apenas podían permitirse, especialmente en la Unión Soviética.

La Globalización económica se vió fortalecida después de la desaparición de la URSS y la caída del socialismo, cuando se desarmó la división bipolar del mundo formado por un bloque de países capitalistas, dirigidos por EE.UU. y por otro de países comunistas, liderados por la URSS. Como resultado el capitalismo se presenta como el sistema dominante en el ámbito mundial.

Fuente Consultada:
Territorios y Sociedad en el Mundo Actual
Sociedad en Red 9 Ciclo EGB 3° Ciclo
Actual Historia del Mundo Contemporáneo García-Gatell


La Historia del Mundo en Imágenes


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