La Familia Renacentista: La Sociedad en el Renacimiento, La Vida y el Ocio

La Familia Renacentista La Sociedad en el Renacimiento

Entre los años 1300 y 1600 la vida en Europa sufrió grandes cambios.

Fue una nueva etapa del pensamiento y de la cultura y se la denomina Renacimiento.

Fue un período de sorprendentes inventos en el mundo de la ciencia.

Se desarrolló la imprenta, se hicieron descubrimientos astronómicos, hombres osados se dedicaron a explorar mares desconocidos y la pintura, la escultura, la arquitectura y la literatura también se transformaron de manera asombrosa.

Pero fue también una era de violencia, pobreza, hambre y enfermedades.

La familia desempeñó un papel importante en la Italia del Renacimiento.

La familia significaba, ante todo, el hogar amplio que incluía a los padres, los niños y los sirvientes (si la familia era rica), y podía incluir a los abuelos, las mujeres viudas e, incluso, las hermanas solteras.

Las familias que estaban emparentadas y compartían el mismo apellido, a menudo, vivían unas cerca de las otras y podían dominar un distrito urbano completo.

Los viejos nombres de familias —como Strozzi, Rucellai y Médici— podían conllevar gran clase y prestigio.

En el renacimiento la posición social y el matrimonio eran muy importantes tanto para la clase aristocrática como para la de los comerciantes.

Los hijos podían casarse con ricas herederas y de esa forma aumentar la fortuna y la importancia de sus padres.

Las hijas, por el contrario, debían tener una cuantiosa dote para atraer a los maridos más convenientes.

No siempre las familias podían proveer de dotes a todas sus hijas, por eso las más jóvenes frecuentemente acababan en los conventos.

En Florencia, había un banco de dotes en el que se depositaba una suma cuando nacía una niña.

Una vez que cumplía 15 años, se devolvía el dinero con intereses para la dote. Había también un fondo para las hijas sin dote.

Se consideraba que una niña estaba lista para el matrimonio a los 12 años, pero normalmente no se casaba antes de los 15 ó 16.

Las jóvenes solteras permanecían rigurosamente en su hogar y todas las mujeres debían obedecer a sus padres o a sus maridos.

Isabella d’ Este de Ferrara, fue una de las pocas mujeres adineradas, poderosas y lo suficientemente inteligente como para convertirse en mecenas del arte.

El vínculo familiar representaba una fuente de seguridad en un mundo peligroso y violento, y su importancia ayuda a explicar el papel de la vendetta en el Renacimiento italiano.

Un crimen cometido por un miembro de una familia recaía sobre toda la familia, por lo que la represalia que realizara la familia ofendida se convertiría en un asunto sangriento que involucraría a muchas personas.

Para preservar a la familia se daba cuidadosa atención a los matrimonios, los cuales eran planificados por los padres y, a menudo, para fortalecer los negocios o los lazos familiares.

Los detalles eran discutidos con bastante anticipación; en algunas ocasiones, cuando los niños tenían sólo dos o tres años, y reforzado mediante un contrato de matrimonio que tenía carácter legal.

El aspecto significativo del contrato era la cantidad de la dote, una cantidad de dinero que la familia de la esposa daba al esposo al celebrarse el matrimonio.

La dote podía suponer ingentes sumas de dinero y se esperaba de todas las familias. La cuantía de la dote era señal de si la esposa ascendía o descendía en la sociedad.

Con una gran dote, una hija podía casarse con un hombre de más alto nivel social y, en consecuencia, facultaba a su familia a subir socialmente.

Sin embargo, si la hija se casaba con un hombre de inferior nivel social, la dote sería menor, puesto que la reputación de su familia elevaría el nivel social de la familia del esposo.

El padre-esposo era el centro de la familia italiana.

Daba su nombre, era responsable de él en todos los asuntos legales, administraba las finanzas (la esposa no tenía participación en la riqueza del marido), y tomaba las decisiones cruciales que determinaban la vida de sus hijos.

La autoridad del padre sobre la familia era absoluta, hasta que moría o emancipaba oficialmente a los hijos.

En la Italia renacentista, los hijos no pasaban a ser adultos al alcanzar determinada edad; la adultez se daba sólo cuando el padre iba ante un juez v los emancipaba legalmente.

La edad de la emancipación podía variar desde los diez cumplidos hasta casi los treinta.

La esposa administraba el hogar, una posición que daba a la mujer un cierto grado de autonomía en su vida cotidiana.

La mayoría de las esposas sabía que su función principal era tener hijos.

Las esposas de la clase alta casi siempre estaban embarazadas.

Alessandra Strozzi de Florencia, por ejemplo, quien se casó a la edad de dieciséis años, tuvo ocho hijos en diez años.

Las mujeres de la clase baja no tenían tantos hijos porque ellas mismas cuidaban a sus hijos, en tanto que las mujeres ricas entregaban a los recién nacidos a una nodriza, lo cual les permitía volver a quedar preñadas poco después del nacimiento del niño.

Para las mujeres del Renacimiento, el parto era una ocasión que causaba temor.

No sólo sufrían dolor, sino que podía ser mortal; una de cada diez mujeres moría en el parto.

En sus memorias, el comerciante florentino Gregorio Dati recuerda que tres de sus cuatro esporas murieron en el parto.

Su tercera esposa, después de tener once niños en quince años murió de parto luego de un largo sufrimiento que soportó con fortaleza y paciencia notables".

Las tragedias no terminaban con el parto.

Con frecuencia, las madres que lograban sobrevivir se enfrentaban a la muerte del hijo.

Por ejemplo, casi la totalidad de los que nacieron en las familias de mercaderes murieron antes de llegar a los 20 años en el siglo XV, en Florencia.

Con estas tasas de mortalidad, las familias de la clase acomodada buscaban tener tantos hijos como pudieran para tener la certeza de que sobreviviría un varón que heredara la fortuna de la familia.

La falta de compromiso emocional en los matrimonios arreglados alentó las relaciones extramatrimoniales, sobre todo para los grupos cuyo estilo de vida ofrecía tentaciones especiales.

Si bien la licencia sexual para los varones era la norma para los príncipes y sus cortes, se esperaba que las mujeres siguieran distintas líneas de conducta.

La primera esposa del duque Filippo, María Visconti de Milán, tuvo un desliz amoroso con el músico de la corte y se le ejecutó por ello.

La enorme diferencia de edad entre los esposos y las esposan notoria en los patrones de matrimonios del Renacimiento italiano, fomentó la necesidad de escapatorias sexuales extramaritales.

En Florencia, entre los años 1427-1428, la diferencia de edades usual era de trece años.

En tanto que las mujeres se casaban entre los dieciséis v dieciocho años, factores de ambiente, salud y tendencias demográficas favorecían que el primer matrimonio de los varones ocurriera a una edad relativamente avanzada , mas de 30 o ya con 40 años.

La existencia de una gran cantidad de jóvenes solteros estimulaba  el sexo extramarital , al igual que la prostitución.

Banquete de Bodas Renacentista

Banquete de bodas.

Banquete de bodas. En la Italia renacentista, los padres disponían los matrimonios con objeto de fortalecer tos negocios o los lazos familiares.

Se consideraba el contrato de matrimonio legalmente obligatorio un elemento necesario de los pactos matrimoniales.

De ese modo se celebraba el banquete de bodas. Esta pintura de Botticelli nuestra el banquete de bodas que celebraba el matrimonio de Nastagio degli Onesti y la hija de Paulo Traversaro en Florencia.

Fuente Consultada:
Historia Universal - María de la Luz Vázquez Segura - Gomez Sañudo - Lugo Vázquez - Editorial: High School

Civilizaciones de Occidente Tomo A y B de Jackson Spielvogel - Editorial: Thompson

Historia Universal 7º Edición de Navarro-Gárgari - González-López-Pastoriza- Portuondo Editorial Pearson

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