La Filosofia en el Siglo XIX :Filosofos Alemanes y Corrientes Filosoficas

La Filosofia en el Siglo XIX :Filosofos Alemanes y Corrientes Filosoficas

LISTA DE PENSADORES:

1-Los Presocráticos
2-Los Clásicos
3-San Agustín
4-Santo Tomas
5-Renacentista
6-La Ilustración
7-Los Cientificos Modernos
8-Siglos XIX al XX

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El idealismo:

En filosofía, el idealismo es la visión de que la realidad es fundamentalmente mental, más que material.

A pesar de su aparente extrañeza, el idealismo puede considerarse una respuesta inteligible a algunos de los problemas más profundos de la filosofía.

El idealismo filosófico adquiere muchas formas: la teoría de Berkeley de que «ser es ser percibido» ; la visión de Immanuel Kant de que el mundo empírico es una especie de apariencia construida por la mente (ver mas abajo), y la teoría de Hegel de que el mundo debe ser entendido como el desarrollo progresivo del geist o espíritu cósmico a través de la historia.

Immanuel Kant (1724-1804), filósofo alemán

Pero lo que tienen en común todas estas formas es su negación del materialismo, es decir, la visión de que la materia constituye la naturaleza fundamental del mundo.

Podría objetarse que esta visión es incompatible con la ciencia moderna.

Pero esta objeción implica una comprensión errónea de la naturaleza del idealismo, que no niega ninguna teoría científica.

Más bien, afirma que las teorías científicas, y la realidad que describen, deben ser interpretadas por la mente.

Entonces, ¿por qué creer en el idealismo?.

Una de las argumentaciones se deriva de la distinción entre apariencia y realidad.

Algunos idealistas (como Berkeley) argumentan que lo que se conoce de manera inmediata sólo es la apariencia de las cosas, no lo que las cosas realmente son; como un objeto puede presentar apariencias conflictivas desde distintos puntos de vista, no puede haber una sola cosa real que tenga esas propiedades dispares y en conflicto.

Lo único que puede ser real son las apariencias mismas, y éstas son entidades mentales (a veces llamadas ideas o percepciones).

Pero esta argumentación no es plausible.

¿Por qué debería suponerse que por el simple hecho de que las apariencias pueden estar en conflicto, aquello de lo que son apariencias no puede ser real?.

Un plato puede parecer redondo desde un ángulo y ovalado desde otro, ¿por qué debería concluirse que no existe tal cosa como un plato real y material?.

Parece ser que la única deducción válida es que las cosas tienen distinto aspecto desde diferentes ángulos, pero ésta es una verdad tan evidente que nadie, idealista o materialista, debería negar.

Potencias físicas y mente

Otra vía más contemporánea hacia el idealismo parte de las reflexiones sobre la ciencia misma, y de la idea de que las ciencias físicas sólo descubren las potencias o las capacidades de las cosas.

Por ejemplo, la masa de un objeto es su poder de afectar su propia aceleración y la de otros cuerpos; y lo mismo es aplicable a todas las propiedades físicas.

Pero, intuitivamente, la realidad debe de ser algo más que meras potencias: un universo hecho exclusivamente de potencias sería un universo meramente «potencial», en el que en realidad no ocurriría nada.

Los idealistas contemporáneos argumentan que las únicas características del universo que no pueden comprenderse como puras potencias son mentales: la experiencia subjetiva de una persona consiste en algo más que potencia.

A continuación argumentan que todas las propiedades físicas del mundo deben ser entendidas en función de cómo afectan a la experiencia subjetiva.

Sin embargo, este argumentario idealista parece fusionar lo que hay en el mundo con la manera de conocerlo.

Si bien se llega a conocer el mundo experimentando las capacidades y potencias de los objetos, esto no implica que las propiedades físicas sean meras capacidades.

Por ejemplo, la base de la solubilidad del azúcar se halla en su estructura molecular, algo que no es una mera capacidad.

El idealismo ofrece un concepto de la realidad completamente extraño. Su punto más fuerte como sistema filosófico es el desafío que plantea a la visión de sentido común de que el mundo consiste en un reino de objetos materiales perceptibles, como árboles, tigres y mesas.

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George Berkeley es uno de los más controvertidos de todos los grandes filósofos.

Nacido en Irlanda en 1685, estudió en Dublín y fue ordenado ministro anglicano en 1709.

Fue nombrado supervisor del distrito diocesano de Derry en 1724 y pasó algunos años en América tratando de fundar un seminario misionero en las islas Bermudas.

George Berkeley filosofo teoria

Sus planes fracasaron y regresó a Irlanda en 1732, donde fue obispo de Cloyne. Permaneció allí hasta el año 1752, en que se trasladó a Oxford. Murió en 1753.

Berkeley produjo sus principales logros filosóficos relativamente joven: su primera obra importante, Ensayo de una nueva teoría de la visión, fue publicada en 1709; Tratado sobre los principios del conocimiento humano, en 1710, y Tres diálogos entre Hilas y Filonus, en 1717.

No obstante, Berkeley será recordado, sobre todo, por su idealismo: el notable punto de vista de que las únicas cosas reales son las cosas mentales: las ideas y las almas que las perciben.

Para entender el idealismo de Berkeley es fundamental verlo como una reacción a los puntos de vista de John Locke .

Este último planteó que los objetos materiales tienen dos tipos de cualidades: las primarias, como forma y tamaño, que los objetos poseen independientemente de la percepción; y las secundarias, por ejemplo color u olor, que dependen de ser percibidas.

Locke mantuvo que también debía de haber algo que subyaciera a tales cualidades, algo que tuviera dichas cualidades, lo que era conocido como el «sustrato», pero tuvo problemas para definirlo: si se afirma cualquier cosa respecto al sustrato, se le estarán atribuyendo cualidades, cuando el sustrato es, por su propia naturaleza, algo diferente de las cualidades.

Por todo ello, Locke concluyó que la base de los objetos materiales es «algo, pero yo no sequé».

Incomprensión de Berkeley por parte del doctor Johnson

IDEALISMO BERKELEY GEORGELa primera vez que le expusieron la doctrina de Berkeley de que todo es una idea, el ingenioso doctor Samuel Johnson, del siglo XVIII, hizo el famoso gesto de dar una patada a una piedra y proclamar:

«Yo le refuto así». Ingenua o no, dicha respuesta expresa un malentendido muy común en torno a Berkeley: éste no negaba la existencia de las piedras y, por tanto, la posibilidad de darles una patada.

Más bien, propuso una teoría sobre qué son fundamentalmente las piedras y otros objetos físicos.

Evidentemente, la reacción del doctor Johnson es muy natural, y mucha gente la tiene cuando afronta teorías filosóficas aparentemente extravagantes.

Pero, para comprender dichas teorías, debe tratarse de desentrañar los razonamientos que han llevado a tan extrañas conclusiones.

Ya sea correcto o equivocado, el idealismo de Berkeley intenta responder a algunas de las preguntas más difíciles que se plantea el ser humano, y por tanto debe ser tratado con seriedad.

Para refutarlo —lo que sin duda es deber de otros filósofos— se ha de averiguar en qué están equivocadas sus argumentaciones.

El doctor Johnson anunció su refutación con demasiada rapidez.

El idealismo trascendental de Immanuel Kant

IDEALISMO KANTImmanuel Kant es el más famoso e influyente idealista de la filosofía occidental .

Kant quiso revolucionar la comprensión de la realidad poniendo a la mente humana en su centro, del mismo modo que Copérnico había revolucionado la comprensión del universo situando al Sol, y no a la Tierra, en su centro.

En lugar de cuestionar cómo el conocimiento podía conformarse a un mundo dado de objetos -argumentaba Kant-, uno debería preguntar cómo se conforman los objetos al conocimiento.

Su respuesta fue que todo lo que es posible conocer son «apariencias» o «fenómenos», y que la naturaleza de estos fenómenos está determinada por la estructura de la mente.

Por ejemplo, es necesario percibir los objetos en tiempo y espacio porque tiempo y espacio son las estructuras necesarias de la percepción.

La naturaleza espacio-temporal de los objetos queda explicada entonces por un factor mental: la naturaleza de la percepción.

Sin embargo, Kant también argumentaba que existen razones para creer que debe de haber algún tipo de realidad más allá de los fenómenos —es decir, un mundo noumenal o «de las cosas en sí mismas»— pero negaba que se pudiera llegar a conocer dicha realidad. Kant llamó a su doctrina idealismo trascendental, y en este caso «trascendental» hace referencia a una perspectiva externa a toda posible experiencia.

LA FILOSOFÍA ACTUAL.

Los excesos de este idealismo exagerado condujeron de nuevo a un descrédito de la razón, con el derrumbamiento del edificio que Kant intentara construir; volvieron a surgir corrientes diversas y las encontradas opiniones.

Así, llegamos a la filosofía contemporánea, en la que no destaca una figura que acierte a construir una completa síntesis filosófica.

La fenomenología, de Husserl, surgió como una reacción al exagerado subjetivismo, lo mismo que la «filosofía de los valores» defendida por Scheler.

El «vitalismo», a la exaltación de la razón opone la exaltación de la vida, entre cuyos defensores principales se encuentran Nietzche, Dilthey y, sobre todo. Bergson.

El «existencialismo» es la corriente filosófica más nueva, y centra su interés en el estudio de la existencia humana. La esencia de las cosas no interesa; solamente vale la pena existir sin más preocupación. Sus máximos representantes son Kierkegaard y Heidegger.

Husserl, con su obra Investigaciones Lógicas, funde la «fenomenología», que es a la vez un método de investigación y un sistema que ha ejercido gran influencia hasta nuestros días.

Critica el subjetivismo y el psicologismo, la excesiva preponderancia que se da al yo, al individuo, y admite las realidades objetivas fuera de la mente humana, realidades que se manifiestan por fenómenos, los cuales se comprenden por medio de la intuición.

Nietzche, en nombre de la vida, se rebeló contra el pesimismo, introducido en la filosofía europea por Schopenhauer.

A la negación de la voluntad de vivir, que éste sacó de la filosofía budista, opus; Nietzche la voluntad de poder, para llegar a un hombre imaginario que se encontrara «más allá del bien y del mal», o sea al superhombre.

Propugnó un cambio total en los valores de la vida humana y su influencia en la juventud del siglo XX fue grande.

Bergson es el verdadero propulsor del «vitalismo».

Analizando los datos inmediatos de la conciencia, atacó la doctrina del mecanicismo y el materialismo consiguiente.

La vida, según él, es fruto de un impulso interno que llama «elan vital»; es la realidad originaria de la cual nace la materia la materia por degeneración, y el espíritu por sublimación.

Pero la razón no puede comprender los hechos biológicos y sólo la intuición puede captar las realidades profundas de la vida.

Kierkegaard fue el precursor de la actual filosofía existencialista.

Más literato que filósofo, se opuso a las teorías de Hegel y combatió la absorción del individuo por la colectividad. Angustiado por el problema religioso y por el pecado, realizó profundas meditaciones sobre la existencia y el destino humanos.

El español Balmes representa la reacción cristiana ante los excesos idealistas de los filósofos postkantianos.

Fue sacerdote, periodista y polémico infatigable.

Se le puede considerar como el primer pensador católico que intentó dotar a la filosofía tradicional de una teoría del conocimiento.

Como fuentes básicas de la certeza señala la conciencia, la evidencia y el instinto intelectual o sentido común.

Heidegger es hoy el máximo representante del «existencialismo».

En su obra capital, Ser y Tiempo, asimila influencias del vitalismo y de la fenomenología. «Hay que partir de la existencia humana para solucionar el problema de la realidad», dice.

Explica la angustia por la limitación de la existencia humana.

«El hombre es un ser para la muerte», afirmó, y se preguntaba en qué terreno encuentran las raíces del árbol de la Filosofía su sostén, y acababa por admitir como única realidad metafísica el hombre que está en el mundo, es decir, la existencia pura.

LOS SISTEMAS FILOSÓFICOS.

Así como las ciencias presentan sus conocimientos propios en un solo sistema u ordenación, la Filosofía ofrece la pluralidad de sistemas diversos.

A continuación se expone la definición de los más importantes por orden cronológico de aparición en la Historia.

Monismo. Se dio este nombre al sistema seguido por algunos filósofos griegos, anteriores a Sócrates, que admitían una sola sustancia como origen de todas las cosas:

Para Thales, era el agua; para Anaxímenes, el aire; para Heráclito, el fuego. También se da este nombre a otros sistemas filosóficos que sólo admiten en el mundo una sustancia primaria; como la materia para los materialistas o el espíritu para los idealistas.

Pluralismo. El sistema de los primeros filósofos griegos que admitían varias sustancias primarias como origen de todas las cosas, o sea agua, tierra, aire y fuego a la vez, los cuatro elementos.

Dualismo. Admite la existencia de dos principios: espíritu y materia para unos; mal y bien para otros.

Atomismo. Considera el átomo como parte esencial de todos los cuerpos, que no son sino agregados de átomos.

Sofismo. La Filosofía tomada en simple sentido de erudición con excesivo apego a la razón individual, lo que implica una concepción escéptica de la vida. Los sofistas eran malabaristas de la verdad.

Humanismo. El hombre como centro de toda Filosofía.

Innatismo. Admite que las ideas son innatas, o sea que el hombre, al nacer, ya lleva en sí el principio de todos los conocimientos.

Hedonismo. El fin de toda la especulación filosófica y la norma de la conducta humana es para los hedonistas el placer.

Estoicismo. Es preciso renunciar serenamente i muchas cosas y no dejarse llevar por los excesos sn el sufrimiento ni en la alegría, para vivir conforme a la naturaleza, o sea conforme a la razón. La libertad interior se conquista mediante la lucha con las pasiones hasta llegar a la apatía o serenidad del ánimo.

Escepticismo. Niega la validez, tanto de las percepciones sensibles como del conocimiento intelectual y declara la esencia de las cosas incognoscible. El hombre, según él, no debe adherirse a ideales de ninguna clase.

Dogmatismo. Creencia en los dogmas o principios establecidos por los grandes filósofos.

Voluntarismo. Da a la voluntad, la primacía entre todas las facultades del alma.

Intelectualismo. Señala a la inteligencia como factor primordial de la vida del hombre.

Escolasticismo. Sistema filosófico que sigue la síntesis completa lograda por Santo Tomás, al coordinar el pensamiento cristiano con la doctrina de Aristóteles.

Realismo. Los conceptos universales abstractos son una realidad tan viva como la de los seres creados.

Nominalismo. Los conceptos generales, las ideas universales, como «Justicia», no existen en la realidad, pues sólo son nombres, palabras, pero nada más.

Empirismo. Sistema que fundamenta la verdad de los conocimientos filosóficos en la experiencia. Ninguna afirmación es válida si no está comprobada por la realidad.

Racionalismo. Construye la Filosofía con el uso exclusivo de la razón, mediante deducciones sistemáticas, sacadas de unos principios que se consideran evidentes.

Ocasionalismo. Los seres sólo han sido creados para dar ocasión de obrar al Creador, como el cuerpo ha sido creado y dispuesto como ocasión para el obrar del alma.

Materialismo. Surge de la aplicación del empirismo a los problemas psíquicos y considera la materia como la única realidad existente.

Deísmo. Doctrina filosófica que confía la solución de los problemas religiosos a la razón natural, sin ayuda de la Revelación.

Sensualismo. Todo en el hombre proviene de la sensación, ya que sin los sentidos el hombre sería como una estatua, y una estatua que tuviera sentidos obraría como el hombre. Los pensamientos no son otra cosa que sensaciones transformadas.

Naturalismo. Defiende la vuelta del hombre a la vida natural, pues el hombre es bueno por naturaleza y la sociedad le corrompe.

Criticismo. Sistema que critica la sola validez de la razón para alcanzar el conocimiento científico, y supone el examen previo de la misma antes de aceptar cualquier teoría del conocimiento.

Idealismo. Afirma el predominio de las ideas ante las realidades del Universo. Hay varios sistemas idealistas., entre los que destacan los de Platón, Berkeley, Kant y sus seguidores. El idealismo exagerado conduce a afirmar que el mundo exterior no existe y que los objetos no son sino proyecciones de nuestro pensamiento.

Positivismo. No admite otra verdad que la doctrina positiva de las ciencias y rechaza la conciencia o sentido íntimo como fuente de conocimiento. Sólo admite la experiencia sensorial.

Psicologismo. Supone que todo en Filosofía es subjetivo; que todo se resume en opiniones personales sin valor objetivo y real. Hijo del positivismo, es una tendencia a reducir todos los procesos filosóficos a meros capítulos de la Psicología.

Fenomenología. Los objetos poseen un ser ideal y la manifestación de este ser en la cosa es el fenómeno. El estudio de estos fenómenos mediante la intuición es la base de este sistema.

Axiología. Es la doctrina de los valores. El valor no depende de la apreciación personal, sino que existe por sí mismo; es una cualidad ideal de los objetos que están dotados de propiedades características.

Historicismo. Es la manera de interpretar la Filosofía como si no fuese otra cosa que la mera relación de las diversas teorías de los filosofos permanente evolución.

Neoescolasticismo. Es el retorno a la Filosofía escolástica, pero a la luz del pensamiento y de los descubrimientos.

Existencialismo. Es el sistema que considera la existencia humana como centro de toda especulación. El hombre está solo, inmerso en el mundo y condenado a morir. Siente la angustia de su destino porque la existencia humana confina por todas lados con la nada. Reivindica el valor de la personas y exalta el poder de la libertad.

Fuente Consultada:
Filosofía Davis Paipineau
Consultora Tomo 4 La Cultura

Enlace Externo: Crítica a la Crítica de Kant


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