Introducción:
Existen en el
mundo alrededor de 40 millones de menores que trabajan en fábricas, en la
agricultura, en la minería, en pequeñas industrias, en talleres de artesanía, en
hostelería y tiendas o como vendedores ambulantes. En los países en vías de
desarrollo, las causas esenciales de este fenómeno son el atraso económico,
vinculado en algunos casos al dominio colonial que casi todos ellos sufrieron,
la supervivencia de estructuras socioeconómicas arcaicas, el brusco descenso del
índice de escolaridad de los niños a partir de los 11 o 12 años de edad, y el
aumento de la población.
A
menudo los niños realizan en las fábricas trabajos relativamente ligeros pero
entre éstos se destacan algunos que presentan riesgos evidentes para su salud y
seguridad. A veces los destinan a ocupaciones peligrosas: fabricación de
cohetes, soplado de vidrio, transporte de vidrio incandescente, utilización de
materiales tóxicos en las tintorerías, trabajos que implican la exposición al
polvo y al plumón en las fábricas textiles, al calor y al frío extremos en la
manufactura de ciertos productos, trabajos en fundiciones y, en general, en la
proximidad de hornos y de máquinas sin protección.
En tales
lugares de trabajo, la iluminación, la ventilación y las condiciones sanitarias
son casi siempre muy deficientes, y las precauciones de seguridad son mínimas.
Todo ello se agrava extremadamente en el trabajo en minas.
En algunos países es usual que niños muy pequeños sean llevados
por su familia de las zonas rurales a las urbanas, donde son prácticamente
vendidos para el servicio doméstico. A menudo no se paga a estos niños,
considerados como "adoptados". Tal situación hace posibles el trabajo excesivo,
los malos tratos y la explotación. Una manera dramáticamente extrema de
explotación es cuando las niñas o adolescentes son vendidas a proxenetas o
mafias, que las forzarán a ejercer la prostitución, con sus secuelas -además-
sanitarias y otras enfermedades.
La trata de niños, sea esta
interna, entre países o entre continentes, está muy relacionada con la demanda
de mano de obra barata, dócil y maleable en algunos sectores y entre algunos
empleadores. Cuando se da, las condiciones de trabajo y el tratamiento a que son
sometidos los niños y niñas violan sus derechos humanos, ya sea porque se trata
de ambientes inaceptables (las incondicionales peores formas) o porque los niños
y niñas realizan trabajos peligrosos para su salud y desarrollo (trabajos
peligrosos que también forman parte de las peores formas). Estas formas van
desde la servidumbre por deudas, el camel jockeying, el trabajo doméstico
infantil, la explotación sexual comercial, el tráfico de drogas, la vinculación
de niños a conflictos armados, y otras formas explotadoras y prácticas similares
a la esclavitud en el sector industrial
La
explotación infantil
Sigue en
aumento la cifra de niños explotados laboralmente, quienes ganan hasta diez
veces menos que un adulto
En el sur de
Asia trabajan más de 100 millones de niños, de los que un 20% hacen jornadas de
13 horas diarias por un sueldo de entre 15 y 20 euros al mes.
En
Latinoamérica, donde trabajan 17 millones de niños de entre 5 y 17 años, las
ganancias de estos menores suponen del 10 al 20% de los ingresos de sus
familias.
La explotación
laboral infantil sigue en aumento. En los países más pobres hay 300 millones de
niños explotados laboralmente, una situación que exige garantizar que los
productos procedentes del Tercer Mundo sean elaborados en unas condiciones
dignas de trabajo, salario y edad.
Según la
Organización Internacional del Trabajo (OIT),"el trabajo forzoso, la esclavitud
y el tráfico criminal de seres humanos en especial mujeres y niños están
creciendo en el mundo y adoptando nuevas e insidiosas formas". El reclutamiento
obligatorio de niños para conflictos bélicos, considerado como una de las peores
formas de trabajo infantil, está también en auge.
El sur de Asia
presenta los peores índices de explotación laboral infantil, con más de 100
millones de menores en esta situación. En esta región, el 20% de los niños
obligados a trabajar hacen jornadas de 12, 13 y más horas al día, y ganan sólo
entre 15 y 20 euros al mes diez veces menos de lo que ganaría un adulto. El
trabajo infantil es muy común en las curtidurías existen miles en esta zona,
donde no se respetan las más mínimas medidas de seguridad e higiene, y los niños
están expuestos a contraer enfermedades como la tuberculosis, anemia, úlceras
pépticas, problemas respiratorios y abscesos. Asimismo, el sector textil, que
representa más de la mitad de las exportaciones de estos países, emplea a
millones de niños por sueldos equivalentes a un tercio del salario base de un
adulto.
En
Latinoamérica, la industria de la minería y los lavaderos de oro se enriquece
con el esfuerzo de miles de niños de 5 a 17 años, a quienes pagan tres euros al
día. Asimismo, la extracción artesanal de oro, los secadores de piedra pómez y
la fabricación de ladrillos -todos ellos tipificados como trabajos altamente
peligrosos- son el destino de gran parte de los 17 millones de menores que
trabajan la región.
Esta no tiene
una solución fácil, ya que el salario de estos niños representa un importante
porcentaje de la balanza de pagos de muchos países pobres. A este respecto, se
calcula que las ganancias de los menores de 17 años en Latinoamérica suponen
entre un 10 y un 20% de los ingresos de sus familias.
Las largas
jornadas y las penosas condiciones en que estos niños realizan su trabajo
impiden su acceso a la educación, los agota física e intelectualmente y, al
mismo tiempo, provocan en esos países graves efectos socioeconómicos, como el
aumento del desempleo en la población activa, pues estos menores ocupan el
puesto de trabajo de la población adulta.
FUNDACIÓN INTERVIDA es una ONG laica, apartidista y totalmente
independiente, con estatus consultivo especial en el Consejo Económico y Social
de Naciones Unidas. Su objetivo es mejorar las condiciones de vida en que se
encuentran miles de niños y sus familias en las zonas más necesitadas del
planeta. Con este fin, desarrolla proyectos en Perú, Bolivia, Guatemala, El
Salvador, India, Bangladesh y Malí. En la actualidad, más de 260.000 familias
españolas dan su apoyo a tres millones de personas en esos países mediante el
apadrinamiento de niños.
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