Flora y Fauna de las Islas Galapagos:Descubrimiento y Ubicacion Geográfica

Flora y Fauna de las Islas Galápagos
Descubrimiento - Ubicación Geográfica

Las islas galápagos, ubicadas en el océano Pacífico, a 1000 Km. al oeste de la costa ecuatoriana, se supone que la formación de la primera isla tuvo lugar hace más de 5 millones de años, como resultado de la actividad tectónica.

Las islas más recientes, llamadas Isabela y Fernandina, están todavía en proceso de formación, habiéndose registrado la erupción volcánica más reciente en 2009.  

Las islas Galápagos son famosas por sus numerosas especies endémicas y por los estudios de Charles Darwin que le llevaron a establecer su Teoría de la Evolución por la selección natural.

Se denomina también Archipiélago de Colón; 8009 km² y 15000 hab. cuya capital es Puerto Baquerizo Moreno.

Situado en el océano Pacífico, a 970 km de las costas de Ecuador, está formado por 125 islas, 17 islotes y más de 50 escollos.

Están habitadas sólo las islas que tienen agua dulce.

El archipiélago se originó por la intensa actividad volcánica submarina del Terciario.

La principal actividad económica del archipiélago es el turismo.

Fue descubierto en 1535 por el obispo español Tomás de Berlanga.

Ecuador tomó posesión en 1830. Charles Darwin estuvo allí con una expedición científica.

El Parque Nacional, de gran riqueza vegetal y animal, es Patrimonio de la Humanidad, título que fue otorgado por la UNESCO en 1979.

En julio de 1835, Charles Darwin escribía desde Lima a su primo Fox: "Tengo más interés por las islas Galápagos que por ninguna otra parte del viaje".

Se diría que intuía ya la significación decisiva que para él iba a tener esa visita, en principio sólo planteada como una etapa más de su vuelta al mundo a bordo del Beagle.

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islas galapagos

Ubicada a 1.000 km. al oeste de la costa ecuatoriana se encuentran las Islas Galápagos o el Archipiélago de Colón, compuesto por 13 islas y 17 islotes, que tienen un gran valor científico debido a su extraordinaria flora y fauna única en el mundo.

Las Islas Galápagos son Patrimonio Natural de la Humanidad.

En 1835, durante un crucero de cinco años por América del Sur y las islas del Pacífico, Charles Darwin visitó las Galápagos.

Allí observó principalmente las tortugas gigantes, cuyo estudio fue el origen de sus famosas teorías sobre la evolución de las especies, la lucha por la vida y la selección natural.

UBICACIÓN GEOGRAFICA DE LAS ISLAS GALÁPAGOS

mapa ubicacion geografico islas galapagos

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Trescientos años antes, distintos eran los intereses y las preocupaciones que sintió otro personaje, decisivo también, aunque de otra manera, para la historia de las Galápagos.

Nos referimos a Tomás de Berlanga (imagen abajo), obispo de Panamá, quien el 23 de febrero de 1535 zarpaba del puerto de dicha ciudad con dirección al Perú, enviado por el rey de España para zanjar los pleitos surgidos entre Francisco Pizarro y Diego de Almagro.

El buque se dirigía hacia el sur siguiendo la costa, cuando, inesperadamente, a los ocho días de viaje, se produjo una calma absoluta y la nave quedó flotando en una total inmovilidad.

Pronto los tripulantes tuvieron la sensación de ser arrastrados por una corriente hacia el interior del océano y vieron, con angustia, que los perfiles de la costa se desdibujaban hasta desaparecer por completo.

Sus negros presentimientos parecieron confirmarse en los días siguientes, cuando el agua y los alimentos empezaron a escasear; pero el 10 de marzo volvieron a vislumbrar un horizonte de tierra firme, hecho fortuito que había de convertirlos en involuntarios descubridores de las Islas Galápagos.

Islas Galapagos Ecuador Flora y Fauna Descubrimiento Ubicacion PacificoUn trabajo durísimo costó a los sedientos navegantes encontrar el agua que necesitaban, pero, a cambio, tuvieron la suerte de contemplar una fantástica fauna: enormes lagartos que se zambullían indolentemente en el mar, gigantescas tortugas moviéndose parsimoniosamente en un paisaje de lava negra y de grandes cactus, leones marinos indiferentes, pingüinos en el propio ecuador, aves rapaces que se dejaban acariciar y toda una serie de animales que no demostraban ningún miedo al hombre.

El obispo de Panamá dio una exacta descripción del lugar, calculó su situación con precisión y observó que el paisaje parecía como si "Dios hubiera derramado en abundancia piedras sobre él".

Es curioso comprobar las coincidencias descriptivas del obispo con el viajero del Beagle, quien el 17 de septiembre de 1835, recién desembarcado en Galápagos escribía: "Nada menos seductor que la primera visión. Un escarpado campo de negra lava basáltica, expuesto a las olas, surcado por grandes hendiduras y cubierto por doquier de una maleza empobrecida y quemada por el sol.

Apenas hay señales de vida.  La superficie, seca y árida, calcinada por los rayos solares del mediodía, hace que el aire sea sofocante y pesado, como si saliera de una estufa; llegamos incluso a pensar que los matorrales despedían mal olor.

Aunque traté con gran afán de recoger el mayor número posible de plantas, sólo encontré unas pocas; y unas hierbas tan pequeñas y con tan mal aspecto que parecían más propias de una flora ártica que de una ecuatorial.

Los matorrales, vistos de cerca, parecen tan sin hojas como nuestros árboles durante el invierno, y tardé un rato en descubrir que las plantas no sólo se encontraban con todo su follaje, sino que la mayoría estaban en floración.

El arbusto más corriente pertenece a la familia de las euforbiáceas; una acacia y un cactus de aspecto extraño son los únicos árboles que ofrecen alguna sombra".

La costa de las Galápagos aparece como una línea negra de oscuros acantilados y de orillas rocosas, contrastadas por algunas playas arenosas que surgen en diversos puntos.

Las "islas encantadas", como de momento las llamaron los navegantes españoles, siguen conservando su misterio en las montañas del interior, que se pierden en una niebla siempre cambiante.

Acercarse a las islas, por otra parte, no es fácil; los puntos de desembarco no son muchos y el anclaje resulta poco seguro.

Hay zonas donde la costa es un amasijo de lava resquebrajada, dura, negra y erizada; en otros lugares se levantan acantilados de hasta diez metros de altura, constantemente batidos por las olas; incluso cuando las laderas descienden hasta playas arenosas, el oleaje sigue siendo un serio obstáculo natural.

Después de desembarcar, con más o menos dificultad, el viajero debe buscar un paso a través de las llanuras costeras, ya que, a menudo, el suelo no es más que una especie de caparazón de rocas resquebrajadas, rotas, llenas de hendiduras.

Espesos matorrales y cactus gigantes dificultan la marcha, y por añadidura el agua parece haber desaparecido de estas extensiones que a Darwin le hicieron recordar la vegetación del infierno.

La fauna que asombró a Tomás de Berlanga también sorprende al visitante que hoy pone sus pies en estas islas; reptiles parecidos a dragones pululan por la playa y, tierra adentro, tortugas gigantes —galápagos—, pero que se mueven con agilidad, hacen pensar en otra época del mundo, cuando los reptiles dominaban la Tierra.

El origen de las islas Galápagos es netamente volcánico, y el archipiélago pertenece a un complejo que ascendió de las profundidades del océano Pacífico, a unos 900 Km. de la costa suramericana y en la línea ecuatorial.

La isla más extensa, Isabela, tiene 130 Km. de longitud y no menos de cinco volcanes, cuya lava se ha unido hasta crear su extraña forma.

La isla Fernandina consta sólo de un único cono, que se eleva sobre el océano.

Todo el archipiélago está integrado por cinco islas, diecinueve islotes y cuarenta y cinco escollos, contra los que chocan las olas del mayor océano del mundo.

La superficie total es de unos 11.500 kilómetros cuadrados, casi la mitad de los cuales corresponden a la isla Isabela, la más grande y alta de todas, cuyas cotas máximas superan los 1.500 metros de altitud.

Dado su origen puramente volcánico, las Galápagos nunca tuvieron conexión con continente alguno, de forma que cuando las lavas incandescentes emergieron del fondo del océano, entre remolinos de espuma, ningún ser vivo moraba en ellas.

Luego, a lo largo de los milenios, los vientos y las corrientes marinas arrastraron hasta las abruptas costas de estas atormentadas islas algunas plantas y animales.

Determinados seres pueden haber llegado volando; algunos, como las semillas y animales pequeños, especialmente los insectos, pudieron haber sido traídos por el viento; otros, incluso las grandes tortugas, quizá llegaron nadando; y otros, finalmente, serían transportados sobre balsas naturales, troncos de árboles o masas flotantes de tierra y plantas arrastradas hasta el mar por los grandes ríos tropicales.

Parte de esta sucesión de seres vivos encontraron en las islas condiciones favorables para la supervivencia, se multiplicaron e iniciaron una nueva línea evolutiva al quedar aislados genéticamente de las poblaciones de donde procedían.

A pesar de que pertenecen al mundo tropical, estas islas no son húmedas. Debido a la corriente marina de Humboldt, llamada también Corriente del Perú, los vientos que soplan sobre el archipiélago aportan muy pocas lluvias.

La erosión por agua corriente es, pues, muy débil, lo que explica que, por lo general, la estructura volcánica haya permanecido intacta en su forma y aspectos exteriores, y que las Galapagos sólo estén cubiertas por una capa muy delgada de tierra.

La orientación de las islas con respecto a los vientos ha dado origen a muy diversos paisajes.

¿Por qué los naturalistas se interesan tanto por las Galápagos?

Su flora y su fauna son la respuesta.

Pero la importancia de ambas deriva de su escasez y de su aislamiento, circunstancias que han permitido evoluciones específicas de fácil seguimiento y la preservación de animales arcaicos, desaparecidos hace mucho tiempo en otras partes del mundo.

Así lo constató, en 1837, Charles Darwin, quien, después de su paso por las islas, escribía en su Evolutionary Notebook:

"En julio empezaba el primer cuaderno sobre La transmutación de las especies. Había quedado extraordinariamente sorprendido, desde el mes de marzo pasado, por el carácter de los fósiles suramericanos y especies del archipiélago de las Galápagos. Estos hechos fundamentan (especialmente los últimos) todas mis ideas". No es raro que la pista del naturalista inglés haya sido seguida reiteradamente.

El interés de la flora y de la fauna de las Galápagos se debe además, y en gran parte, al hecho de encontrarse las islas situadas en una auténtica encrucijada oceánica, donde convergen corrientes de muy diversas características.

Del oeste llega la contracorriente ecuatorial del Pacífico, que aporta aguas cálidas y transparentes, mientras por el este afluye la corriente de Humboldt, de aguas frías, que baña la costa occidental de América del Sur y que, a la altura del límite entre Perú y Ecuador, vira hacia el noreste, adentrándose en el Pacífico, como descubrieron a su pesar Tomás de Berlanga y sus compañeros.

La presencia al mismo tiempo de aguas frías y cálidas origina condiciones muy favorables para la fauna marina; la gran riqueza de plancton alimenta a innumerables peces, los cuales, a su vez, posibilitan la vida y el desarrollo de aves y de leones marinos.

La mayoría de especies zoológicas que viven en estas islas son especies endémicas, es decir, propias de ellas y que no se encuentran en ningún otro lugar.

Ofrecen, por lo tanto, a los naturalistas un magnífico campo de estudios. 

Las Galápagos fueron famosas por la abundancia, en sus aguas, de cetáceos, que en el pasado se cazaban con regularidad y que todavía en nuestros días siguen siendo perseguidos.

Los crustáceos son asimismo abundantes y algunas bahías son famosas por su riqueza en langostas.

En todo caso, la yuxtaposición de aguas frías y calientes, que con tanto interés han observado los oceanógrafos, da como resultado una extraordinaria concurrencia de animales de aguas frías y de aguas cálidas, ya que unos y otros gozan de condiciones idóneas para vivir.

Numerosos peces coralinos viven en los arrecifes, junto a colonias de esponjas, estrellas de mar y moluscos, mientras que las aguas próximas están habitadas por peces de agua fría.

El contraste más acusado se produce entre las aves.

Fauna de las islas galapagos Animales Gigantes Berlanga ObispoEl alcatraz de patas rojas y el alcatraz enmascarado pueden ser observados a considerable distancia de la costa, ya que se alimentan de peces capturados en zonas profundas del mar.

El alcatraz de patas azules, menos aventurero, acostumbra a pescar en aguas más superficiales.

Las colonias de estas aves constituyen un espectáculo inolvidable; afincadas sobre todo en la isla Genovesa, trenzan complicadas filigranas en el aire, y en la época de cría ocupan todos los matorrales y pueblan la arena, llenando el paisaje de sonido y movimiento.

Más interesantes son, desde luego, los grandes rabihorcados o arefragatas, que alcanzan una envergadura de más de dos metros.

Suelen anidar en los matorrales, junto a los alcatraces de patas rojas; pero sólo coexisten pacíficamente cerca de los nidos, pues como no pueden bucear, en vez de capturar los peces y animales marinos de la superficie del mar, prefieren robárselos a sus vecinos.

En efecto, tan pronto como los alcatraces han capturado una presa, los rabihorcados los persiguen y los asustan hasta que la sueltan, e inmediatamente el rabihorcado se lanza y captura el pez antes de que caiga de nuevo al agua.

Fauna de las islas galapagos Animales Junto a estas aves típicas de la zona intertropical vive también el pingüino, un ave marina característica de las aguas frías y que se ve con frecuencia sobre las rocas de la orilla o en la superficie del agua al cruzar el estrecho de Bolívar, entre Fernandina e Isabela.

Los pingüinos de las Galápagos son más pequeños que sus hermanos antárticos y su presencia en estas islas se debe a su situación en medio de la corriente fría de Humboldt.

Siguiendo este gran río que atraviesa el océano, algunos pingüinos llegaron a las islas en algún momento del pasado, procedentes del extremo meridional de América del Sur y evolucionaron hasta constituir una nueva especie.

No es un pingüino muy grande.

De longitud logra unos 53 cm., con un peso promedio de 2.2 Kg. Entre los pingüinos es el segundo más pequeño.

En las costas de Fernandina y de Isabela se pueden observar igualmente otras aves marinas de porte erecto y alas reducidas e inútiles para volar y que se zambullen desde las rocas para pescar en el océano.

Son los cormoranes ápteros de las Galápagos.

A pesar de su gran tamaño, estas aves tienen unas alas diminutas, con las, plumas atrofiadas, por lo que no pueden volar e incluso caminan con dificultad.

Esta regresión en su evolución se debe, según una sugestiva y discutible teoría, a que los cormoranes no necesitaban alas para huir de los carnívoros y por ello dejaron gradualmente de utilizarlas a través de generaciones.

Fauna de las islas galapagos El cormorán áptero es uno de los últimos ejemplos de una fauna extraña que ha sobrevivido gracias al aislamiento y a la ausencia de enemigos. Además de los pingüinos, otros "navegantes" viajaron a estas islas a favor de la corriente de Humboldt.

Desde las costas meridionales de América del Sur se desplazaron los leones marinos, que se diferenciaron más tarde en una subespecie propia del archipiélago.

El valor de su piel ha sido la causa de su progresiva desaparición; en la actualidad se concentran casi todos los ejemplares existentes en Santiago, Isabela y Fernandina.

También por la ruta del mar llegó el león marino de California; en el caso de este animal, la mala calidad de su piel le puso a salvo de los cazadores comerciales.

Y así se han establecido prósperas colonias de ellos en las costas de la isla Española, que además es famosa por ser el único lugar conocido donde arriba el albatros de las Galápagos, del que existen unas dos mil parejas.

Se ha citado ya la evocación al pasado remoto que suscita la visita a las Galápagos.

Esta experiencia adquiere sus dimensiones más sugestivas cuando, con las primeras luces del día, se observan las rocas próximas a la playa.

De los huecos y fisuras de las mismas se verán surgir grandes lagartos, de hasta un metro veinte de longitud y de hocicos romos, patas torpes, larga cola aplanada lateralmente y una cresta dorsal sobre el cuello y el lomo.

Su color puede ser totalmente negro o muy oscuro, aunque los de algunas islas presentan manchas rojizas sobre su cuerpo, y las patas anteriores y cresta a veces son verdes.

Tan extraños animales son las iguanas marinas, exclusivas de este archipiélago.

A medida que abandonan su refugio nocturno, estas iguanas se sitúan sobre las rocas para que el sol caldee sus cuerpos, sobre los que entonces trepan confiadamente algunos cangrejos que devoran los parásitos fijos en la piel del reptil.

Fauna de las islas galapagos

Esta tolerancia de las iguanas respecto a los cangrejos se extiende a todos los seres, incluido el hombre, que puede acercarse a tocarlas o cogerlas sin ninguna reacción hostil por su parte.

Cuando baja la marea, los reptiles abandonan las rocas y se zambullen en las olas para pastar —su alimento exclusivo son las algas marinas— y, una vez satisfechos, vuelven a la orilla, donde se resguardarán de los rigores del sol.

Las iguanas marinas tienen sus parientes más próximos en el interior, entre las tierras bajas cubiertas de cactus.

Son las iguanas terrestres, que se alimentan de los frutos de las chumberas desprendidos de la planta.

De las dos especies de estos animales existentes en las Galápagos, la primera ocupa las islas Fernandina, Isabela, San Salvador, Santa Cruz y tres islotes de sus proximidades, mientras que la segunda especie es exclusiva de Santa Fe.

La llegada del hombre, con el hábito de la caza, y la introducción de los animales domésticos —de efectos devastadores sobre la vegetación y los recursos alimenticios— han ido reduciendo considerablemente la población de iguanas terrestres, hasta llegar a la extinción en San Salvador y en uno de los islotes próximos a Santa Cruz.

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ALGO MAS SOBRE LA FAUNA...

Fenómeno único en el mundo, en las Galápagos viven animales y plantas que pertenecen unos a la fauna y flora antarticas, respectivamente, y otros a las de los trópicos.

Los animales pudieron haber llegado antaño sobre islotes vegetales transportados por las corrientes.

Se dan focas y pájaros bobos (Spheniscus), pero también lagartos de mar que pertenecen a la zona tropical.

Asimismo citaremos la tortuga elefante (Testudo elephantina), a la que el archipiélago debe su nombre. En efecto, galápago es una antigua palabra castellana, de etimología árabe, que significa «tortuga».

Las Tortugas Gigantes de las islas Galapagos

Estos animales sólo se encuentran en las islas Galápagos y en las islas Aldabra (cerca de Madagascar).

Miden más de dos metros de largo y pesan 300 kg.

Pueden alcanzar la edad de doscientos años.

Siempre se les ha dado caza por su suculenta carne y por el aceite que se obtiene de ellos.

Estos animales a veces recorren largas distancias, desde la costa desértica hasta el interior más húmedo, con objeto de encontrar agua potable.

Para lograrlo siguen siempre el mismo camino, y de este modo han trazado verdaderos senderos. Los españoles que en el siglo XVI iban con frecuencia a estas islas seguían estos senderos porque sabían que los conducirían a lugares donde había agua.

Las islas también son famosas por sus extraordinarios lagartos marinos o iguanas, de hocico plano y cabeza provista de escamas córneas.

Existen dos clases de iguanas propias de los Galápagos: el amblirrinco, semiacuático e inofensivo, y la iguana terrestre propiamente dicha (Conolophus cristatus), que se enfurece y puede ser peligrosa.

Entre los pájaros citaremos el colibrí de vivísimos colores y el albatros de las Galápagos, que empolla en la isla Española.

Constituye un espectáculo poco común este pájaro blanco cerniéndose incansablemente por el cielo azul, llevado por sus robustas alas cuya envergadura puede rebasar los dos metros.

Por todas partes hay gaviotas con cola de golondrina, fragatas, pelícanos de roca, garzas reales y cormoranes que no vuelan.

Los excrementos de estas aves, que se acumulan en gran cantidad, en lugares elegidos por ellas, constituyen el abono llamado guano.

Por desgracia, el hombre ha exterminado a gran número de animales.

La mayoría de tortugas gigantes sucumbieron a las hecatombes de los siglos pasados.

Las iguanas se hallan en vías de desaparición.

Además, los animales domésticos que fueron introducidos en el archipiélago, al cabo del tiempo volvieron al estado salvaje y ocasionan muchos daños.

La UNESCO ha encargado a especialistas que examinen la posibilidad de proteger el carácter particular de la fauna y flora de las Galápagos.

La isla Fernandina ha sido transformada en estación zoológica internacional.

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