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El Apóstol Pedro
Las fuentes de
información sobre Pedro se encuentran en las epístolas escritas por san Pablo
entre los años 50 y 60; en los cuatro Evangelios canónicos y en los Hechos de
los Apóstoles, escritos entre el año 65 y finales del siglo I; en dos
epístolas canónicas que llevan su nombre como autor —tal |
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vez escritas en el
siglo II por otra persona—; y en la referencia
de un presbítero romano
llamado Gayo (principios del siglo III) a un "trofeo" o tumba en el
monte Vaticano en memoria del lugar en que fue martirizado. En dichas fuentes se
encuentran varias de las creencias establecidas sobre el apóstol. De los 12
discípulos de Jesús, destacó a menudo como portavoz. En Cesarea de Filipo
afirmó que Jesús era el Mesías y éste le reprendió (Mc. 8,33) o elogió
(Mt. 16,17). Cuando Jesús fue detenido, Pedro negó ser su discípulo,
arrepintiéndose después de haberlo hecho. También fue el primer discípulo
que vio a Jesús después de la Resurrección, momento en que recibió el
encargo de predicar el Evangelio entre los judíos. Tuvo un papel importante en
la primera Iglesia de Jerusalén, aunque con el tiempo asumió también la
misión evangelizadora de los gentiles iniciada por el apóstol Pablo. En
Jerusalén, Pedro participó en el encuentro que abordó la integración de los
gentiles en la Iglesia (He. 15), se enfrentó a la facción de los judíos
cristianos que requerían la circuncisión de los conversos y el cumplimiento de
las restricciones alimenticias judías, y apoyó a los que declararon que el
mensaje cristiano de salvación universal no exigía el cumplimiento de los
preceptos de la ley y los rituales específicos del judaísmo por parte de los
gentiles.
Jesús lo designó como la piedra sobre la que se
fundaría la Iglesia (Mt. 16,16-19). Tres años después de convertirse al
cristianismo, Pablo visitó a Pedro en Jerusalén y más adelante en Antioquía,
y tuvo una fuerte y amarga confrontación con él. Pablo tuvo también que
enfrentarse a la influencia de Pedro al menos en una de las iglesias que fundó
(la de Corinto). Acompañado por su esposa, Pedro viajó mucho en su misión
evangelizadora. Falleció en Roma, pero no existe certeza sobre el año de su
martirio, que pudo tener lugar en el 67 (como afirman los analistas que siguen
como fuente a san Jerónimo) o en el 64 (año por el que optan quienes creen que
murió durante las represalias ejercidas por Nerón tras el incendio de Roma).
Sin duda, Pedro
ejerció una enorme influencia en los primeros años de la Iglesia primitiva y,
así, se le nombra con mucha frecuencia en primer lugar de los 12 discípulos.
Sin embargo, su primera imagen corresponde a la de un importante misionero y no
a la de un administrador, si se considera que no se le había confiado tal
autoridad sino una vocación especial para predicar y difundir el Evangelio
(Gál. 2,7). Con el tiempo, su imagen de misionero se transformó en la de
pastor, como puede apreciarse en las dos epístolas del Nuevo Testamento que
llevan su nombre y en el apéndice del Evangelio según san Juan (Jn. 21).
Cuando el obispo de Roma empezó a ser considerado como el
más importante de la cristiandad, la estampa de Pedro como pastor bondadoso se
combinó con el relato de su martirio en Roma en apoyo de la teoría de la
sucesión apostólica, según la cual los obispos de Roma son sucesores de
Pedro, a quien Jesús encomendó las llaves del Reino de Dios (Mt. 16,19). A
partir del siglo XI la Iglesia de Oriente negó la autoridad del obispo de Roma
(papa) y la consiguiente oposición a la teoría de la sucesión y autoridad del
papa fue una de las causas principales de la Reforma protestante del siglo XVI.
La festividad de la Cátedra de San Pedro se celebra el 22 de febrero y la de
San Pedro y San Pablo el 29 de junio.
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