La Globalizacion del Mundo Moderno,la Tecnologia y las Comunicaciones

La Globalización del Mundo Moderno,la Tecnologia y las Comunicaciones

A lo largo del siglo XX la Humanidad ha conocido un impresionante desarrollo de la investigación científica que, a diferencia del pasado, ha encontrado muy rápidamente aplicaciones tecnológicas.

En la base del gran crecimiento económico de los países industriales está esa revolución científico-técnica que ha inundado de nuevos inventos las industrias, los hogares y la vida cotidiana de los seres humanos.

Uno de los campos donde las transformaciones han sido más revolucionarias es el de los medios de comunicación.

Todo el planeta es hoy en día un sistema interconectado por redes televisivas, informáticas, telefónicas, y cualquier información es emitida y recibida en segundos.

Nos sentimos copartícipes de todo lo que sucede en el mundo.

Como consecuencia de todos estos cambios, la sociedad presenta también, en el umbral del siglo XXI, características diferentes de la de nuestros abuelos.

La de hoy es una sociedad esencialmente urbana, con un nuevo papel de la mujer y con un tipo de familia más reducida y más móvil.

Por último, a finales del siglo XX, la concepción decimonónica de la cultura, limitada a unos pocos y esencialmente ligada al conocimiento escrito, ha sido sustituida por una cultura de masas que presenta la ventaja de ser accesible a muchos, pero el inconveniente de simplificar o banalizar muchos de los mensajes.

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Durante siglos, los acontecimientos sucedidos en un lugar del planeta tenían importancia y consecuencias para un número limitado de personas.

Los efectos de una decisión política tenían un alcance restringido a las fronteras políticas de los Estados y los fenómenos económicos se circunscribían a ámbitos locales o comarcales.

A partir del siglo XVII, la expansión comercial permitió relaciones y flujos cada vez más amplios entre los pueblos del mundo.

Pero fueron la Revolución Industrial y la expansión del capitalismo los fenómenos que originaron una organización del mundo en su conjunto como un sistema global en el que las acciones en cualquier lugar del planeta iban teniendo repercusiones en puntos cada vez más alejados.

El fenómeno de la mundialización o Globalización

La Revolución Industrial abrió en Occidente las puertas a la internacionalización de la economía, de la información y de la cultura.

La expansión de los europeos por el mundo impuso, mediante el colonialismo, el primer sistema internacional, dominado por Europa.

La Primera Guerra Mundial puso fin a ese sistema, provocando el debilitamiento de Europa y la aparición, como nueva fuerza dominante, de Estados unidos de América.

A partir de 1945, tras la Segunda Guerra Mundial, el mundo quedó dominado por las dos grandes potencias vencedoras. EE.UU. y la unión Soviética.

El resto de los países se englobaban en mayor o menor medida en uno de los bloques liderados por los dos grandes.

A partir de 1990, la caída del bloque comunista ha impuesto un nuevo sistema mundial, ya no bipolar, sino organizado alrededor de los grandes polos económicos del mundo capitalista: EE.UU.. Japón y Europa Occidental.

Mercancías, capitales e informaciones, circulan a nivel planetario, con unos centros de decisión y otros dependientes en un único esquema económico y. en parte, social y político.

El progreso técnico y la liberalización de los intercambios han permitido la mundialización y la expansión del comercio.

No sólo las mercancías, sino también los servicios (seguros, licencias, patentes, servicios bancarios...) y los productos culturales y artísticos circulan a una enorme velocidad.

Este gran salto se debe a la posibilidad de concentrar y transmitir rápidamente una gran cantidad de información, lo que permite comprar y vender en cualquier parte del mundo, conociendo la diversidad de la oferta y produciendo para mercados lejanos.

Y a ello se añade el desarrollo del transporte, que permite mover personas y mercancías con gran facilidad y a precios cada vez más bajos.

De esta forma, a lo largo del siglo XX, el comercio mundial se ha multiplicado por 100.

Esta pujanza de los intercambios comerciales es la base sobre la que se asienta la mundialización de la economía.

El mercado se ha mundializado desde el momento en que los bienes se producen en cualquier lugar a partir de materiales provenientes de cualquier otro lugar y pueden consumirse en cualquier parte del mundo.

Las economías nacionales son cada vez más dependientes de las redes económicas mundiales, tanto por el volumen de las importaciones y exportaciones, como por el poder e influencia de las empresas multinacionales, que implantan sus fábricas y operan en cualquier lugar.

Por encima de la organización del mundo basada en la existencia de Estados y de territorios soberanos e independientes, la acción de las empresas y de los negocios conforma una nueva realidad en la que el campo de acción es el conjunto del planeta y en la que se crean lazos y conexiones originados por los flujos de capitales, tecnología, productos o trabajadores.

Así, aunque tengan su titularidad en un Estado, su capital carece de nacionalidad, producen en diferentes países y operan en el mercado internacional.

Por eso es cada vez más difícil determinar la verdadera nacionalidad de los productos que consumimos.

Se consumen productos de cualquier lugar, aprovechando la amplitud de la oferta, el mejor precio y la mejor calidad.

En la actualidad, el gran desarrollo tecnológico y la facilidad de los transportes permiten una creciente división del trabajo en el ámbito internacional.

Así, una máquina, un coche o un ordenador se fabrican con una concepción mundializada de la producción y los productos se descomponen en diferentes procesos, lo que hace posible encargar cada componente del producto (carrocería de un coche, motor, tapicerías, etc.) a diferentes empresas y en diferentes países, teniendo en cuenta solamente la rentabilidad de la producción.

Centros y Periferias

La constitución progresiva del sistema mundo coloca al conjunto de los pueblos del planeta en una situación de interdependencia.

Pero este término no significa igualdad, por el contrario, las desigualdades y los contrastes se han acentuado y se han reforzado las jerarquías de unos territorios sobre otros.

Así, los países desarrollados ejercen una dominación económica, financiera, tecnológica y cultural sobre el resto del mundo.

En el actual sistema, los países desarrollados constituyen el «centro», área en la que el desarrollo económico y un vasto proceso de industrialización han asentado condiciones de vida más que suficientes, y en la que se concentran los poderes de decisión, de dirección y de innovación.

A esta zona se contrapone un mundo subdesarrollado, o «periferia», donde persisten graves problemas de atraso económico y social y una fuerte dependencia respecto al exterior.

A ese conjunto de países se le ha denominado también, como hemos visto al tratar la descolonización, Tercer Mundo.

En el mundo actual, las relaciones económicas y los flujos de circulación de capitales, productos o informaciones se organizan alrededor de tres polos centrales:

Estados unidos, Europa y Japón, cuya pujanza reposa sobre una interacción eficaz entre investigación, progreso tecnológico, capitales y desarrollo de actividades industriales y de servicios.

Otros polos secundarios han aparecido entre los países en vías de desarrollo (India, China, Sudeste asiático, Brasil, México, Argentina...) y se configura una organización en círculos concéntricos, dividiéndose la periferia en grados y abarcando realidades muy diferentes.

Así, las distancias entre estos países, nuevas zonas industriales, y los marginados de África o de determinadas zonas de Asia o Centroamérica, son tan importantes como entre el centro V las zonas de la periferia que se consideran emergentes.

También las redes y los grandes núcleos de transpones y comunicaciones se distribuyen de forma desigual en el mundo, en función de la densidad de población, de la antigüedad y calidad de las infraestructuras y de los niveles de desarrollo.

La constitución de redes densas caracteriza a los espacios integrados en los polos dominantes de las economía.

De este modo, los países desarrollados son los  que concentran la mayor parte de las nuevas infraestructuras de transporte modernas y de los puntos de acceso complejos (puertos y aeropuertos internacionales, terminales de carga...).

Estos espacios, por ser más accesibles, ven reforzada su posición en el sistema mundo y concentran la mayoría del comercio mundial.

El área líder de la economía mundial (EE.UU., Japón y la U.E.) mantiene su papel de predominio mediante el control de los flujos financieros.

La principal Bolsa del mundo es la de Nueva York, seguida de las de Londres, Tokio. Francfort y, hoy en día, Hong-Kong y Singapur.

La importancia de la Bolsa de un país es proporcional a su desarrollo económico.

Los Estados del Sur ven los precios de sus materias primas establecidos y controlados por las grandes entidades financieras e industriales por cotizaciones en bolsas que se sitúan a miles de Km.

La estructura bancaria está dominada por grandes corporaciones internacionales con sede en los países desarrollados.

La banca del Sur es dependiente y ejerce de elemento de unión entre el capital local y los centros internacionales de finanzas.

LAS PERSONAS EN UN MUNDO GLOBALIZADO:

Estamos en los albores del siglo XXI.

La Tierra se encuentra unificada por la comunicación instantánea y por una interdependencia económica y tecnológica cada vez más estrecha.

A este fenómeno de interdependencia se lo denomina "globalización".

La globalización comprende distintos aspectos.

Desde el punto de vista económico, se afianza a través de pautas de producción y consumo generalizadas que se consolidan y difunden, sobre todo, desde las sociedades más avanzadas.

Tres o cuatro décadas atrás, un auto se fabricaba casi íntegramente dentro de las fronteras de un país; en la actualidad la producción se distribuye en distintos lugares del globo y las empresas multinacionales que los producen no tienen una identidad nacional definida.

Las transformaciones económicas guardan estrecha relación con cambios profundos en el plano tecnológico.

La verdadera revolución tecnológica producida en las últimas décadas está sustentada por progresos científicos vinculados fundamentalmente con las tecnologías de la información, que tienen impacto sobre todas las esferas de nuestra nuestra vida.

Las nuevas tecnologías han modificado las formas de producción y de intercambio de bienes y servicios; han favorecido la expansión de nuevos sectores económicos y la venta de nuevos productos.

Las nuevas formas que adquirieron los medios de comunicación de masas a causa del satélite, han hechado por tierra las fronteras nacionales.

En la actualidad, cada vez más personas pueden acceder a emisiones de radio y televisión de los lugares más diversos del planeta.

Desde el punto de vista de la relación jurídica entre las naciones el siglo que termina fue testigo del surgimiento de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que constituye un fenómeno de globalización.

Significó un intento de encontrar un marco jurídico internacional e implicó una posibilidad de resolver conflictos y de construir proyectos de cooperación entre los países.

También surgieron organizaciones internacionales con objetivos decididamente económicos, como el tratado NAFTA, entre México y EE.UU., o el MERCOSUR, en el que están implicados Argentina, Uruguay, Paraguay y Brasil; otras, como la Comunidad Europea, han constituido formas de organización política nuevas, como el Parlamento Europeo.

Todos estos elementos globalizadores transforman la vida de las personas, cambian el estilo de relaciones entre los seres humanos, influyen sobre sus gustos y costumbres.

La actual globalización de la economía y de la tecnología mundial tiene consecuencias para la vida cotidiana de las personas.

Algunos aspectos de este proceso, como la importancia de los medios de comunicación y la informática, han convertido a los adolescentes en sus protagonistas.

Como consecuencia del proceso de integración mundial iniciado a mediados del siglo XX e intensificado durante las últimas décadas, los adolescentes de todo el planeta han unificado sus formas de vestir, sus gustos en música, comidas y bebidas, hasta tal punto que se ha comenzado a hablar de la existencia de un "adolescente global".

UNA VISION  DE LA GLOBALIZACIÓN

Guerras del Siglo XXI, de Ignacio Ramonet

Otro fenómeno esencial: todos los estados se ven afectados por la dinámica de la globalización.

En cierto modo, se trata de una segunda revolución capitalista.

La globalización económica se extiende a los rincones más apartados del planeta soslayando tanto la independencia de los pueblos como la diversidad de los regímenes políticos.

Tanto es así que la Tierra vive una nueva era de conquistas, como en la época de las colonizaciones.

Pero si los principales actores de la anterior expansión conquistadora eran estados, esta vez quienes pretenden dominar el mundo son empresas privadas y conglomerados, grupos industriales y financieros.

Los dueños de la Tierra nunca fueron tan pocos ni tan poderosos. Estos grupos están situados fundamentalmente en la tríada Estados Unidos-Unión Europea-Japón.

La mitad de ellos tiene su base en Estados Unidos.

Esta concentración del capital y del poder se ha acelerado formidablemente durante los últimos veinte años, bajo el efecto de las revoluciones de las tecnologías de la información.

El siglo XXI que comienza será testigo de un nuevo salto cualitativo impulsado por las modernas técnicas genéticas de manipulación de la vida.

La privatización del genoma humano y la concesión generalizada de patentes sobre los procesos biológicos abren nuevas perspectivas de expansión al capitalismo.

Se prepara una privatización a gran escala de todo lo que afecta a la vida y la naturaleza, que favorecerá la aparición de un poder probablemente más absoluto que cualquier otro que haya podido conocerse a lo largo de la Historia.

La globalización no aspira tanto a conquistar países como a ganar mercados.

El objetivo de este poder moderno no es la anexión de territorios, como en las épocas de las grandes invasiones o en los períodos coloniales, sino el control de riquezas.

Esta conquista trae consigo destrucciones impresionantes, como atestigua la espectacular quiebra de Argentina en diciembre de 2001 (y la crisis actual de los países de Europa).

Dicho país era el mejor exponente del modelo universal preconizado por el FMI, que intenta exportarlo a todo el planeta con dogmática tozudez.

La caída de Argentina es al neoliberalismo lo que la caída del muro de Berlín fue al socialismo estatal: la evidencia del descrédito, la constatación del fracaso.

En el resto del mundo, en todas las regiones, sectores industriales enteros se ven abocados al cierre con los sufrimientos sociales que de ello se deriva: paro masivo, subempleo, precariedad, exclusión...

Dieciocho millones de parados en la Unión Europea, mil millones de desempleados y subempleados en el mundo...

Sobreexplotación de los hombres, de las mujeres y, lo que es más escandaloso, de los niños: trescientos millones de menores la sufren en condiciones de extrema brutalidad.

La globalización es también el saqueo de la naturaleza, el pillaje planetario. Las grandes empresas privadas depredan el medio ambiente utilizando herramientas desmesuradas; esquilman las riquezas naturales, que son el bien común de la humanidad; y lo hacen sin escrúpulos y sin freno.

Este fenómeno se añade a una criminalidad económica ligada al mundo financiero y a la gran banca, que reciclan sumas superiores al billón de euros por año, es decir, más que el producto nacional bruto (PNB) de un tercio de la humanidad.

La mercantilización generalizada se traduce en un formidable agravamiento de las desigualdades.

Aunque la producción mundial de alimentos básicos equivale a más del 110% de las necesidades del planeta, treinta millones de personas siguen muriendo de hambre cada año y más de ochocientos millones sufren malnutrición.

En 1960, el 20% de los más ricos de la población mundial tenía unas rentas treinta veces superiores a las del 20% de los más pobres.

Era una situación escandalosa, pero, lejos de mejorar, ha seguido agravándose: en la actualidad, las rentas de los ricos son, no treinta, sino ochenta y dos veces superiores a las de los pobres...

De los seis mil millones de habitantes del planeta, apenas quinientos millones viven desahogadamente, mientras que cinco mil quinientos subsisten en condiciones precarias. El mundo ha perdido el rumbo.

Las estructuras estatales, al igual que las estructuras sociales tradicionales, son barridas de forma desastrosa. En mayor o menor medida pero de forma generalizada, en los países del Sur y del Este, el Estado se desmorona. La autoridades se retiran o son expulsadas de los territorios periféricos, que se convierten en auténticas zonas sin ley.

En Pakistán, en el Cáucaso, en Argelia, en Somalia, en Sudán, en el Congo, en Colombia, en Filipinas o en Sri Lanka, se desarrollan entidades caóticas e ingobernables que se sustraen a cualquier forma de legalidad y vuelven a un estado de barbarie.

La fuerza prevalece sobre el derecho, y sólo los grupos violentos se muestran capaces de imponer su ley sometiendo a las poblaciones.

Surgen nuevas amenazas: hiperterrorismo, fanatismos religiosos o étnicos, proliferación nuclear, crimen organizado, redes mañosas, especulación financiera, quiebra de macroempresas (Enron), corrupción a gran escala, extensión de nuevas pandemias (sida, virus Ebola, enfermedad de Creutzfeld-Jakob...), desastres ecológicos, efecto invernadero, desertización, etcétera.

Paradójicamente, cuando la democracia y la libertad triunfan, en apariencia, en un planeta que se ha desembarazado de la mayoría de los peores regímenes dictatoriales, la censura y las manipulaciones retornan con renovada fuerza bajo diversos disfraces.

Seductores «opios de las masas» proponen una especie de «mundo feliz», distraen a los ciudadanos e intentan apartarlos de la acción cívica y reivindicativa.

En esta nueva era de la alienación, en la época de Internet, la World Culture, o «cultura global», y la comunicación planetaria, las tecnologías de la información desempeñan un papel ideológico fundamental para amordazar el pensamiento.

Fuente Consultada: Guerras del Siglo XXI Ignacio Ramonet

Fuente Consultada:

Historia Universal - María de la Luz Vázquez Segura - Gomez Sañudo - Lugo Vázquez - Editorial: High SchoolCivilizaciones de Occidente Tomo A y B de Jackson Spielvogel - Editorial: Thompson
Historia Universal 7º Edición de Navarro-Gárgari - González-López-Pastoriza- Portuondo Editorial Pearson
Historia del Mundo Contemporáneo CRONOS - de A. Fernández - Editorial Vicens Vives
Historia del Mundo Contemporáneo ACTUAL de García y Gatell - Editorial Vicens Vives

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