La Liga Hanseatica, Origen Objetivos y Desarrollo Historia

Historia de la Liga Hanseática, Origen y Objetivos

Desde el siglo XII existieron en el imperio alemán diversas agrupaciones o ansas de comerciantes. "Ansa" es una palabra muy antigua que significa «agruparse, reunirse».

Por ejemplo entre otras el ansa de Colonia, que se cuidaba sobre todo, del tráfico comercial con Inglaterra.

Con el tiempo se unieron a ella numerosas ciudades de Westfalia de idénticos intereses.

Podemos decir que la LIGA HANSEÁTICA, es una histórica federación comercial y defensiva creada por varias ciudades del N. de Alemania en la Edad Media.

Aunque es difícil determinar una fecha precisa para su creación, o nombrar un factor específico que explique su origen, es evidente que las primeras uniones federativas, así como las actividades conjuntas de algunas de estas ciudades, pueden trazarse al siglo XIII.

El mar Báltico, verdadero Mediterráneo del norte, conoció al final de la Edad Media una enorme actividad comercial.

Pero aun así, todavía no había llegado la hora, para los tres reinos escandinavos, de jugar un papel importante en esa zona.

Estos reinos, sometidos a las diversas combinaciones dinásticas y desgarrados por las luchas intestinas de sus respectivas noblezas, intentaron unificarse sucesivamente, pero apenas consiguieron más que frágiles resultados.

Por el contrario, van a ser las ciudades alemanas las que se hagan con el dominio de las orillas del Báltico.

En 1241 Lubeck y Hamburgo convinieron en un programa común para la defensa de la importante ruta que unía el Báltico con el Mar del Norte. La primera reunión que se registra de las "ciudades marítimas", incluidas Lubeck, Hamburgo, Luneburgo, Wismar, Rostock y Stralsund, tuvo lugar en 1256.

Durante el siguiente siglo, muchas ciudades sajonas, para proteger sus intereses mutuos, se unieron a la Liga, y muchas otras confederaciones menos trascendentes de ciudades alemanas, tanto del norte como del sur, surgieron en esa época.

Aunque las consideraciones políticas tuvieron gran influencia en el desarrollo de la Liga, las económicas fueron de mucho mayor importancia.

Algunas de las circunstancias regionales que precedieron la formación de la Liga y que pueden considerarse como principales factores en ello son:

la mengua del poder imperial con anterioridad al siglo XIII, y el consiguiente aumento en la libertad de las ciudades y de los príncipes que dominaban sus destinos para tomar determinaciones políticas o económicas de importancia;

la necesidad de protección mutua contra los piratas que infestaban los mares del norte de Europa;

la semejanza de las costumbres legales con que se gobernaban los grupos de comerciantes alemanes de poblaciones en el extranjero, guiados por las que imperaban en el N. de Alemania; el establecimiento de almacenes en estas urbes remotas, atendidos por empleados especiales dotados de fueros y privilegios exclusivos de los comerciantes alemanes; etc.

En la centuria de activo desarrollo comercial anterior a 1350, los comerciantes alemanes echaron los cimientos de la supremacía que ejercería en lo sucesivo la Liga Hanseática.

Hacia fines del siglo XIV ésta era tan poderosa que había logrado dominar completamente el tráfico mercantil en los mares del Norte y Báltico y desde Londres hasta Novgorod.

Hamburgo en el s. XIV

La ciudad, que había sido fundada por Carlomagno, se convirtió, en el s. XII, en una ciudad libre. Gracias a su alianza con Lübeck y a su propio emplazamiento, pudo convertirse en centro del comercio exportador, hacía el mar del Norte, de todos los productos del Báltico.

Su situación hizo de ella una importante encrucijada marítima, y la situó en primer plano, tanto para el comercio de la cerveza como también en calidad de puerto exportador del trigo de la zona del Báltico.

ORIGEN Y DESARROLLO DE LA LIGA HANSEÁTICA

Gracias a la adopción del cristianismo, Dinamarca, Suecia y Noruega habían salido, poco a poco, de su aislamiento.

Las instituciones, la religión y las costumbres se habían ido asimilando lentamente a Occidente.

Este proceso se aceleró considerablemente en el s.XII, que sería también el siglo de la urbanización: Bergen, en Noruega, se convierte en una verdadera ciudad; en Suecia, entre 1150 y 1250 surge Estocolmo, y en Dinamarca, en esas mismas fechas nacen 24 nuevas ciudades, construidas en puntos estratégicos: puentes, ríos o estrechos.

No obstante, estas ciudades, surgidas como consecuencia del comercio y la inmigración, son extrañas al resto del país que queda tierras adentro.

El campesinado del interior tiene una evolución diferente: pasa de la libertad de los pioneros a una situación de dependencia casi feudal; una nobleza compuesta de grandes propietarios les abruma, acapara la mayoría de las tierras y despoja a la corona de los pocos recursos que le dejan los mercaderes de las ciudades alemanas.

La Liga, Una Difícil Unificación

Esta aristocracia, poco preocupada por las instituciones nacionales, organiza ligas o uniones de un lado a otro del mundo nórdico, creando de esta forma efímeros lazos entre los Estados.

A comienzos del s. XIV, el príncipe sueco Magnus Eriksson hereda el reino de Noruega. Dinamarca, amenazada con desaparecer, reacciona, y su rey Valdemaro Atterdag (1340-1375) consigue enderezar la situación y conquista la península de Jutlandia. Intenta, incluso, enfrentarse a las ciudades alemanas del norte, pero estas se unen contra él, con el apoyo de Suecia.

Copenhague cae y Valdemaro se ve obligado a aceptar una paz humillante, en Stralsund en el año 1370, por la que se reconocen a las ciudades confederadas numerosos privilegios, sobre todo respecto a los estrechos que separan el Báltico y el mar del Norte; esta victoria anuncia el advenimiento de una nueva potencia: La Liga Hanseática.

La Hansa, liga de las ciudades mercantiles

Ante la impotencia política del imperio germánico, numerosas ciudades alemanas habían tomado la iniciativa de unirse para defender sus intereses, como, por ejemplo, en la Liga de las ciudades wendas, en torno fundamentalmente a Lübeck y Hamburgo.

La lucha contra Dinamarca motivó una ampliación de esta unión, con la Alianza de Colonia, o Hansa 11367 que agrupaba, por primera vez, a todas las ciudades interesadas en el comercio nórdico desde el Zuiderzee holandés hasta Prusia, desde Westfalia a Sajonia.

Esta alianza se consideraba a sí misma vinculada al emperador, pero, de hecho, constituía un poder político, económico y militar independiente, sin llegar por ello a ser un Estado: no disponía ni de finanzas, ni de ejército ni incluso de cancillería.

En Lübeck se reunía la única instancia regular, el Hansetago asamblea de miembros.

Este parlamento dictaba ordenanzas, fijaba los contingentes militares y los impuestos para la financiación de éstos.

Su poder era suficiente como para hacer respetar sus privilegios a los demás Estados y garantizar la seguridad de sus súbditos.

Cualquier medio era bueno para llevar a cabo esta política, desde la intriga diplomática hasta la guerra, pasando por el bloqueo de los puertos que se mostraban reacios ante el comercio alemán.

La Liga Hanseática, que disponía de un millar de buques de alta mar, se convirtió, a finales del s.XV, en la primera potencia naval.

Apoyándose en los enclaves de Novgorod, Bergen, Brujas y Londres, las cerca de 100 ciudades agrupadas en la Liga acaparaban todos los productos del norte de Europa.

Este aflujo de mercancías permitió a los alemanes desarrollar todas las modalidades comerciales, desde la venta ambulante en el campo escandinavo hasta los grandes negocios que requerían créditos e inversiones de capitales en compras inmobiliarias en las ciudades hanseáticas.

Una dominación amenazada

El s. XV fue una época de grandes transformaciones, tanto para el Báltico como para el resto de Europa.

Los tres reinos escandinavos que se habían declarado «unidos para siempre» en una asamblea de nobles en Kalmar (Suecia), en 1397, se enfrentaban.

Suecia soportaba mal la presencia del rey danés al frente de dicha unión; en el año 1434, una insurrección nacional expulsa a las guarniciones danesas del país.

No obstante, la unidad de Escandinavia fue restablecida por el rey Cristian I, que fundó la universidad de Copenhague, para limitar así la influencia del pensamiento alemán.

Esta influencia fue severamente criticada en todos los terrenos: en 1410, los caballeros de la orden teutónica fueron aplastados por los polacos en Tannenberg; el zar Iván III el Grande toma Novgorod y expulsa de allí a los mercaderes hanseáticos.

A pesar de ello, la mayor fuente de preocupación para la Hansa procede de los Países Bajos, cuyos navíos penetran ya en el Báltico.

Los holandeses alientan las ansias de independencia de Dinamarca, la cual vence en el istmo de Holstein, en 1472, a los navíos de la Liga, y suprime los derechos de tránsito por los estrechos, controlando también la ruta de Lübeck a Hamburgo.

Aun así, todavía no es el declive definitivo de la Hansa, aunque sí un golpe muy importante que significaría que sus ; días están contados, ante el auge de las grandes potencias que resurgen en Escandinavia.

Los mercaderes de la Hansa proporcionan a Occidente, fundamentalmente, productos brutos y materias primas procedentes del norte y del este de Europa: trigo de Prusia y de Polonia, cobre v hiendo de Suecia, arenques de Escania, salazones y madera de Noruega, píeles y cera de Rusia, madera y caballos de Polonia, etc.

La Hansa adquiere una gran reputación por la calidad de su madera, que se utiliza, en Flandes y en Inglaterra, para la construcción de barcos. La ciudad de Danzig se encarga del suministro de velas v cuerdas de cáñamo, así como de los polvos necesarios para la tintura de los paños.

Estos productos son intercambiados en Brujas o en Londres por paños de Flandes o Inglaterra, por la lana o estaño inglés, por vino y, sobre todo, por sal, indispensable para la conservación del pescado, que se adquiere en la región de Bourgneuf.

PARA SABER ALGO MAS...

AMPLIACIÓN: Los anseáticos también establecieron oficinas y factorías comerciales en el extranjero, en los que almacenaban sus mercancías en espera de una ocasión favorable para su venta.

Las factorías más importantes fueron Brujas, Londres, Bergen (Noruega), Visby y Novgorod.

Por lo general estaban agrupadas en un barrio de la ciudad rodeado por una sólida cerca y a veces por un muro y puertas fortificadas.

Los anseáticos que vivían o invernaban allí constituían una guilda (gremio) de comerciantes, independiente pero bajo la autoridad de síndicos y consejeros elegidos por ellos mismos.

Por la noche las puertas permanecían herméticamente cerradas.

Los anseáticos montaban la guardia en las murallas, con perros amaestrados, y a la más mínima amenaza de peligro todos los «huéspedes» acudían a defender la factoría armados de pies a cabeza y con la espada en la mano.

Lubeck mantuvo continuas relaciones con Novgorod para la compra de pieles, pellejos, miel y cera.

A su vez, los alemanes exportaban a Novgorod harina de centeno, malta, cerveza y vino.

El establecimiento de Novgorod fue especialmente lucrativo pero, en cambio, provocó muchas dificultades.

En Bergen, el «Puente alemán», los anseáticos compraban pescado seco y salado (alimento tanto más importante cuanto que entonces eran numerosos los días de ayuno), grasa de foca, aceite de pescado, plumas, pieles y madera para la construcción.

En Londres compraban grandes cantidades de estaño y lana e importaban vino y madera de ébano.

En Brujas adquirían tejidos de lana y vendían productos de su propio país, y también especias y mercancías que les llegaban de Oriente.

A fines del siglo XIV, la flota mercante anseática llegó hasta las salinas de la desembocadura del Loira, y en el siglo XV incluso se aventuró por los puertos atlánticos de España y Portugal.

Los miembros de la Liga Anseática discutían sus intereses comunes durante las jornadas anseáticas que se solían celebrar en Lubeck.

En estas sesiones participaban los delegados de cierto número de ciudades. Se votaban leyes y se arbitraban litigios.

La Liga Anseática nunca dispuso de una flota militar común y, en definitiva, se puede decir que nunca declaró la guerra a nadie. Su organización fue relativamente endeble, y no se puede comparar en nada a una federación de Estados tal como hoy se concibe.

Sin embargo, las ciudades del mar Báltico entablaron una larga serie de guerras contra los reyes de los países del norte, a fin de seguir teniendo voz en el cabildo en cuanto a las relaciones comerciales con los pueblos escandinavos.

También tuvieron dificultades con las ciudades holandesas, y se vieron obligadas a conceder paso franco por el Sund a los navegantes holandeses.

No obstante, los poderes dinásticos aumentaban lentamente y las grandes prerrogativas de la Liga Anseática se fueron desmoronando.

Perdió muchos privilegios, y las autoridades locales cerraron sus factorías, en 1494 en Novgorod y en 1598 en Londres.

Ingleses y holandeses se convirtieron en rivales cada vez más temibles para la Liga Anseática, hasta el punto de que las factorías empezaron a declinar.

En el siglo XV, Brujas corrió la misma suerte. E

ntonces, los anseáticos trataron preferentemente con ciudades jóvenes en pleno desarrollo (entre otras, Amberes y Amsterdam).

Cada vez fue mayor el número de ciudades que abandonaron la confederación: en 1669 sólo quedaban seis.


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