Los Comerciantes Porteños Durante el Monopolio Español:Contrabando

Los Comerciantes Porteños Durante el Monopolio Español

Los privilegios del monopolio:

El enorme acrecentamiento de la fortuna de estos comerciantes y sus hijos en el Río de la Plata tuvo como causa los privilegios que les otorgaba el monopolio comercial de España.

La mayoría de estas ricas familias —Anchorena, Alzaga, Lezica, Santa Coloma, Gainza, Ugarte, Martínez de Hoz, Ezcurra, Agüero y otros— pertenecían a un grupo económico muy definido, al que se ha dado en llamar el de los "registreros".

Más que introductores directos de mercancías, eran consignatarios, comisionistas, apoderados, agentes, intermediarios de los comerciantes monopolistas de Cádiz, de acuerdo a las concesiones de comercio otorgadas en 1778.

La mayoría de los "registreros" eran parientes de los comerciantes españoles, y aun cuando no existiera ese lazo familiar la dependencia era muy estrecha.

Como observa Halperin Dongui, "basta hojear la correspondencia de Anchorena para advertir hasta qué punto su papel se reducía al de un intermediario entre la península y el hinterland cada vez más amplio de Buenos Aires; ese papel pudo cumplirse mediante unas cuantas operaciones rutinarias, de cuyo ejercicio no se apartaba quien sin embargo logrará formar el más rico linaje de la Argentina independiente"

La fortuna de los "registreros" se contaba entre las más grandes de los habitantes de la Colonia.

Concorde con su fortuna era su influencia política; ocupaban los más altos cargos: alcaldes o síndicos.

monopilo español en america

Los "registreros" eran beneficiarios directos del monopolio comercial ejercido por España, y consecuentemente lo defenderán hasta el último momento.

Cuando un grupo de comerciantes, representados por Belgrano y Castelli, piden la libertad de comercio, los "registreros", con Martín Alzaga a la cabeza, se oponen sistemáticamente.

Los apologistas del período hispánico alegarán que la defensa del monopolio comercial español era la posición correcta, pues constituía una defensa contra la introducción del imperialismo mercantil inglés.

Pero la realidad es que ni nuestra demasiado rudimentaria artesanía ni la atrasada economía española estaban capacitadas para abastecer suficientemente a las colonias, haciendo de ese modo necesario el contrabando.

Precisamente si los "registreros" defendían con tanto afán el monopolio es porque, además de obtener ventajas de él, también se beneficiaban con el contrabando que todos ellos ejercían desembozadamente. "Contrabando y monopolio se complementaban —dice Rodolfo Puiggrós—.

Sin monopolio no podía haber contrabando y viceversa.

Barcos extranjeros en las costas porteñas

El capital comercial sacaba provecho de los dos.

La contradicción entre monopolio y contrabando se resolvía dentro de los intereses generales del capital comercial, que abordaba a ambos".

La burguesía porteña llegó, de ese modo, a ser muy conocida por su afición al contrabando en todos los centros comerciales de Europa, donde se la designaba con el nombre de "la pandilla del barranco".

Fuente Consultada: Los Oligarcas Juan J. Sabreli - La Historia Popular Tomo 15 - Vidas y Milagros de Nuestro Pueblo

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