Israel, un Estado-problema El 14 de mayo,
mientras continuaba el debate en la segunda sesión especial de la Asamblea
General, cayó como un rayo una noticia: El Consejo Nacional Judío había
proclamado la formación del Estado de Israel, con lo que entró de un salto en la
historia contemporánea y en la opinión pública un nombre que no había sido usado
frecuentemente en más de dos mil años.
La
primera tarea del nuevo gobierno era reunir sus fuerzas y luchar por su vida. El
nuevo Estado fue reconocido desde luego por el presidente Truman y casi
inmediatamente después por la URSS. Se había roto la barricada y los ejércitos
hostiles penetraban al territorio de Israel por todos lados. El Ministro de
Relaciones Exteriores de Egipto envió un telegrama a las Naciones Unidas,
diciendo que ya que el mandato había terminado, las fuerzas armadas egipcias
habían entrado en Palestina para establecer la seguridad y el orden.
La
Legión Árabe, que era el ejército de Transjordania, había entrado en Jerusalén y
las fuerzas sirias y libanesas habían invadido las fronteras septentrionales de
Israel. El ejército judío contaba con numerosos soldados oficiales que habían
combatido bajo la bandera británica en la Segunda Guerra Mundial, pero el
gobierno israelí no tenía experiencia en conducir una guerra efectiva. Tenia en
cambio la firme unidad de todo su pueblo que lo respaldaba.
Pero
cuando se llegó a la realidad de los hechos, sus adversarios estaban también en
desventaja. La Legión Árabe era una fuerza verdaderamente efectiva,
adiestrada, armada y dotada de oficiales por los británicos, para que el reino
de Transjordania pudiera defenderse de las incursiones con que las tribus
nómadas beduinas amenazaban sus fronteras meridionales.
Pero en cuanto a lo demás, su superioridad numérica no los ponía en
ventaja porque no tenían práctica para pelear aliados con otros ejércitos.
Debido a ciertas diferencias entre ellos no había estrategia establecida ni
común acuerdo acerca de las líneas de avance y la simultaneidad de los ataques.
Después de los primeros encuentros, en los que se dieron cuenta de los
sorprendentemente bien adiestrados que estaban sus adversarios, hubo entre los
jefes árabes cierto cambio de cálculos y de expectaciones.
Se había convenido en
que la Legión Árabe fuera a atacar Jerusalén y a ocupa cuanto sus tropas
pudieran abarcar del Estado Árabe de Palestina. Sin embargo. debido a Falta de
apoyo, esta maniobra no se llevó a cabo completamente. Aquel día en que termino
el mandato, en que nació el Estado de Israel, toda Palestina cayó en un furioso
caos, la Asamblea General había decidido, y había hecho bien al decidirlo, que
un solo mediador con gran autoridad sería mejor que la Comisión, cuya función
original había sido investigar aconsejaron la política que debía seguirse. El
hombre que escogieron fue el conde Folke Bernadotte, de
Suecia.
Fuente Consultada: Historia Universal Carl
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