El
planeta se calienta de forma innegable y el hombre tiene buena parte de la
culpa. Parte del calentamiento ya es inevitable y el nivel del mar seguirá
subiendo durante más de un siglo incluso si mañana se eliminan las emisiones de
gases de efecto invernadero. Ese sería un resumen del Informe del Panel
Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC, en sus siglas en inglés), un grupo
de más de 2.500 científicos organizado por Naciones Unidas (ONU), y que
presentarán en 2007 sus conclusiones sobre el calentamiento global.
(icografía: portada del film del expresidente de EE.UU. Al Gore sobre los efectos del calentamiento global)
De
forma confidencial, aunque sometido a la revisión de científicos de la ONU o los
gobiernos, los mejores expertos en cada campo preparan desde hace años tres
informes: uno sobre la ciencia del calentamiento, otro
sobre el impacto en la Tierra y un tercero sobre la tecnología para mitigarlo.
Los informes se basan en la bibliografía científica. La discrepancia científica,
si existe, queda allí reflejada.
El
informe del IPCC supone el mínimo común denominador científico sobre el
calentamiento. La redacción final del texto puede cambiar en una cumbre en París
en los primeros días de febrero (y en otras posteriores para el segundo y el
tercer informe). Sobre todo puede variar un resumen para políticos, que es
aprobado frase a frase, ya que los gobiernos miden cada palabra. En Estados
Unidos, por ejemplo, es importantísimo si el calentamiento se atribuye al hombre
directamente o con alguna incertidumbre.
Aun
así, el informe de las bases científicas del calentamiento -el primero y más
importante— está listo. Naciones Unidas se lo ha enviado a un grupo selecto de
expertos y a los gobiernos para su lectura. Pero ya no pueden comentarlo. Todas
las páginas llevan un mismo pie: “No citar”.
LA SITUACION: El informe descarta que el
calentamiento es innegable. “2005 y 1998 fueron los años más cálidos desde que
hay registros. Seis de los siete años más cálidos han ocurrido desde 2001. La
temperatura media de la superficie ha aumentado desde 1850”, afirma uno de los
borradores a los que ha tenido acceso El País, “Las observaciones en el océano,
la atmósfera, la nieve y el hielo muestran datos coherentes con el
calentamiento. La temperatura del aire en zonas terrestres ha subido el doble
que en el océano desde 1979», señala el informe.
Además, “la temperatura del océano grandes profundidades también ha aumentado
desde 1955”. Aunque el aumento en e océano es muy pequeño, su importancia radica
en la inmensa cantidad de calor necesario para elevar la temperatura del mar. El
número de noches muy frías (a un 10% de la temperatura media) ha descendido un
76% entre 1951 y 2003 y las noches muy cálidas han aumentado un 72 por ciento.
Además de las mediciones directas, el informe presenta los datos de reducción de
nieve en el mundo: el retroceso de los glaciares ha aumentado el nivel mar unos
0,5 milímetros al año entre 1961 y 2003 y unos 0,8 milímetros al año entre 1993
y 2003. Además, la nieve en abril en el hemisferio norte ha descendido un 5%
entre 1966 y 2004. El Ártico pierde cada década desde 1978 un 7,4% de su
superficie helada en verano.
El
calentamiento también se observa en los animales y en las plantas (desplazamiento
hacia latitudes más frías, cambios en la floración, procesos migratorios, hasta
cambios evolutivos). Tras analizar miles de series de todo el mundo, el 85% de
ellas coincide con el calentamiento y sólo se explica por la acción del hombre.
Es decir no son explicables suponiendo que el calentamiento responde a la
variabilidad natural del clima.
Si la
temperatura sube, el mar se eleva —al calentarse aumenta de volumen—, la nieve
se funde y las plantas se mueven, no hay duda: la Tierra se está calentando.
Y la
principal causa son los gases de efecto invernadero: sobre todo dióxido de
carbono, pero también metano y óxidos de nitrógeno, que se producen al quemar
carbón, petróleo o gas. Es decir al arrancar un coche o encender la luz. Estos
gases se acumulan durante siglos en la atmósfera. Aunque dejan pasar la
radiación solar hacia la Tierra, frenan la salida del calor que emite la
superficie terrestre. Así calientan el planeta. A este efecto hay que restar el
de las partículas. Estas también procedentes de fábricas y coches, frenan la
llegada de la radiación solar al planeta y lo enfrían. Teniendo en cuenta todos
los factores que inciden en el balance energético, denominados forzamientos,
predomina el calentamiento de los gases de efecto invernadero.
Un
borrador señala: “La actividad humana desde el año 1750, muy probablemente ha
extendido una red que calienta el clima. Es muy probable que el forzamiento de
los gases de efecto invernadero ha sido la causa dominante del calentamiento
observado en los últimos 50 años en el mundo».
Estos
gases de efecto invernadero son los que hacen habitables la Tierra, ya que si no
sería demasiado fría, pero a los niveles actuales sus efectos son nocivos para
el clima. “Los niveles alcanzados en la concentración de dióxido de carbono y
metano exceden los valores de los últimos 650.000 años», señala el texto.
Los
científicos pueden conocer la concentración en la atmósfera hace centenares de
miles de años gradas a las perforaciones en el hielo de la Antártida. Allí han
conseguido bloques de hasta 2.774 metros de profundidad y cada capa es la nieve
de un año. El aire llena los huecos de la nieve y queda atrapado cuando esta se
convierte en hielo. Las burbujas permiten saber cómo era el aire cuando se formó
la nieve y en qué condiciones de temperatura se formó. Así, los científicos
retroceden al clima del pasado. Si en 650.000 años la concentración de gases de
efecto invernadero ha oscilado entre 200 y 280 partes por millón (ppm) ahora
está en 379,1 p.p.m. y en 50 años puede llegar a 500 p.p.m.
La
concentración de metano ha oscilado en los últimos 11.500 años entre 550 y 750
partes por billón (p.p.b.), pero ahora está en 1.777 p.p.b., el cambio más
rápido en al menos 80.000 años. El ritmo actual de aumento de gases de efecto
invernadero «no tiene precedentes en al menos 20.000 años».
«El
calentamiento observado en todo el mundo en la atmósfera y el océano, junto a la
pérdida de masa de hielo, conjuntamente, apoya la conclusión de que es altamente
improbable (menos del 5%) que el reciente cambio climático global haya sido
causado por la variabilidad natural del dima?», afirma uno de los borradores.
Los tres indicadores encajan con los modelos de predicción del clima suponiendo
que hay cambio climático y no se explican sin el cambio climático.
La
atribución del calentamiento al hombre es ahora mayor que en 2001, en el último
informe. El texto señalaba entonces que había “pruebas nuevas y más convincentes
de que la mayor parte del calentamiento observado durante los últimos 50 años es
probable que se deba a actividades humanas” -En 2001 los científicos fueron
cautos y ahora lo consideran mucho más probable.
El
informe de 2007 señala que el incremento de situaciones extremas —como sequías y
olas de calor— “puede ser atribuido al cambio climático antropogénico”, el
producido por la acción del hombre. “Un grupo de evidencias cada vez mayor
sugiere una influencia humana discernible en aspectos del clima como el hielo
marino, olas de calor y otros eventos extremos, tormentas y lluvias”, sostiene
uno de los borradores.
Este
es el punto más importante del nuevo informe, según los expertos consultados.
Los científicos, tras revisar los muchos estudios de estos seis años, han visto
que el grado de atribución del cambio climático global al hombre es mayor que en
2001. Y es también el apartado que más incomodará a los gobiernos y que más
intentarán cambiar o suavizar en el último momento.
LAS PREVISIONES: Además de saber lo que ha
pasado y por qué, el informe dedica un apartado a saber qué pasará. Mil apunta
que parte del calentamiento ya no puede ser evitado” y que “los efectos durarán
siglos», según fuentes conocedoras del texto. Hay ya tantos gases de efecto
invernadero y tantos en camino que hay una parte del calentamiento inevitable.
Aunque ahora mismo se consiguiese estabilizar la concentración de gases de
efecto invernadero —algo que supondría reducir drásticamente la actividad
mundial— debido a la inercia con la que responde el sistema climático, el
aumento de la temperatura y del nivel del mar seguirá durante más de 100 años y
para 2100 la temperatura aumentará 0,5 grados incluso estabilizando la
concentración de dióxido de carbono. “Estabilizar los forzamientos radiactivos
es un prerrequisito para estabilizar el clima. Los cambios en el nivel del mar
circulación oceánica y casquetes polares continuarán durante siglos o más”,
afirma.
Aun
así, el rango de temperaturas que dan los modelos para los próximos 100 años es
bastante amplio. Los modelos de predicción del clima señalan un aumento de
temperatura a final de siglo de “entre 2 y 4,5 grados, con el valor más probable
de tres grados. Es muy improbable que el aumento sea menor de 1,5 grado. Valores
por encima de los 4,5 grados no pueden ser excluidos”.
En el
anterior informe, el aumento de temperatura previsto para final de siglo era de
entre 1,4 y 5,8 grados, aunque depende tanto de las emisiones, del aumento de
población y de la política que se adopte respecto de la energía y el aumento de
población... Las proyecciones de temperatura para el 2100 sin políticas para
frenar el cambio climático indican un calentamiento de hasta 6,3 grados.
Las
proyecciones indican un incremento del nivel de mar de 0,19 a 0,58 m para el
2100 sin políticas para frenar el cambio climático. Respecto del nivel del mar,
los científicos reducen el rango que pronosticaron en 2001, cuando predijeron
subidas de entre 9 y 88 centímetros. No obstante, aún existen incertidumbres
sobre la pérdida de hielo en los polos, que aumentaría aún más el nivel del mar
y que aún no pueden ser cuantificado.
La lluvia se distribuirá de forma
desigual: en general aumenta y es
lógico. Si hace más calor, el agua se evapora más y llueve más, pero la
distribución no es homogénea. “Hay más certidumbre ahora que en 2001 sobre los
patrones de lluvias con, en general, descensos en las regiones secas y aumentos
en las húmedas’, explica. España se sitúa en la zona con más descenso de
lluvias. Aunque parte de los efectos no pueden ser evitados, ahorrar energía es
fundamental para minimizarlos.
Fuente Consultada: Revista Veintitrés
Internacional