BOLETIN
GUEMESIANO Nº 131
MARZO DE 2011
PRESENTACION
En la presente
edición se comparten los escritos de uno de los máximos investigadores de la
Gesta Güemesiana, el Dr. Luis Oscar Colmenares. Él nos ilustra respecto a
las acciones desarrolladas por Martín Miguel de Güemes al regresar de Buenos
Aires junto a la tropa que al mando de José de San Martín marchaba para
reforzar el Ejército del Norte. Luego Mario Golman expone una clara síntesis
de los emblemas de la revolución iniciada en Mayo de 1810 y Manuel Garay nos
habla sobre el Gaucho. Para finalizar, se transcriben mensajes enviados por
los lectores del Boletín vía correo electrónico.
CONTENIDO
I.
SAN MARTIN
CONFIA EN GUEMES, por el Dr. Luis Oscar Colmenares.
II.
LOS EMBLEMAS DE
LA REVOLUCION, por Mario Golman.
III.
SER GAUCHO, por
Manuel Vicente Garay.
IV.
CORREO DE
LECTORES
V.
PALABRAS FINALES
DESARROLLO
I.
SAN MARTIN CONFIA EN GUEMES
En su obra
“Martín Miguel de Güemes” dice el Dr. Luis Oscar Colmenares:
“El 20 de
febrero de 1814 San Martín ya había reemplazado a Belgrano como General en
Jefe del Ejército Auxiliar y hallábase en la ciudad de Tucumán. El mismo día
designó a Güemes comandante de las avanzadas del río Pasaje.
Al día siguiente
partió Güemes desde Tucumán hacia el río Pasaje y en cuanto llegó comenzó a
recorrer la región y a aproximarse paulatinamente a la ciudad de Salta, la
cual se encuentra a 90 Km de El Pasaje y estaba ocupada por el enemigo. El
29 de marzo Güemes y sus milicias enfrentaron en El Tuscal de Velarde,
situado en las proximidades de Salta, al coronel Juan Saturnino Castro,
quien comandaba una partida realista, siendo éste ampliamente batido y
teniendo que refugiarse en la ciudad.
Días después San
Martín convocó a Güemes a Tucumán, oportunidad en la que le confirió el
comando general de todas las avanzadas. De inmediato quedó Güemes en
condiciones de planificar en territorio saltojujeño la guerra gaucha.
En respuesta al
oficio de San Martín comunicando el triunfo del Tuscal de Velarde y el nuevo
cargo asignado a Güemes, el gobierno central ascendió al prócer a teniente
coronel efectivo.
San Martín cayó
súbitamente enfermo el 25 de abril y dos días más tarde se dirigió a una
estancia próxima en busca de recuperación. El 6 de mayo se le concedía
licencia para trasladarse a las Sierras de Córdoba o adonde fuera más
conveniente para su restablecimiento. Quedó interinamente comandando el
ejército el 2do Jefe don Francisco Fernández de la Cruz hasta el arribo del
general José Rondeau, quien tomó posesión del mando de las fuerzas el 19 de
julio de 1814, en la Ciudad de Tucumán.
Durante el
interinato de Fernández de la Cruz, Güemes estableció su campamento
principal en Conchas (situado en Metán, Provincia de Salta). Desde este
sitio actuó ininterrumpidamente coordinando la acción de todas las
avanzadas, las que atacaban sin descanso a las fuerzas del general Joaquín
de la Pezuela, que ocupaban Jujuy y Salta desde comienzos de 1814.
Al finalizar el
mes de julio Pezuela comenzó a evacuar la ciudad de Salta y el 6 de agosto
también se retiró de Jujuy, dirigiéndose rápidamente de regreso al Alto
Perú. Las milicias continuaron hostilizando al enemigo en su retirada y
Güemes ya tenía su cuartel principal de la vanguardia en la ciudad de Jujuy
el 14 de agosto de 1814.
Al producirse la
vacante de gobernador de la Intendencia de Salta del Tucumán, Rondeau
designó interinamente para tal cargo al coronel José Antonio Fernández
Cornejo, quien se encontraba desempeñando estas funciones cuando el director
Posadas decidió dividir la Intendencia en dos:
1)
Intendencia de
Salta con los territorios de Salta, Jujuy, Tarija, Orán y Santa María.
2)
Intendencia de
Tucumán, con Tucumán, Santiago del Estero y Catamarca.
En el mes de
diciembre estaba de gobernador de la Intendencia de Salta el coronel Bernabé
Aráoz, quien en enero de 1815 pasó a cumplir iguales funciones en la
Intendencia de Tucumán, quedando como gobernador interino de Salta el
coronel Hilarión de la Quintana.
Mientras tanto,
el ejército auxiliar avanzó primero desde Tucumán hasta Conchas y después
hasta la ciudad de Jujuy, donde ya tenía su cuartel general a fines de
setiembre de 1814. Güemes seguía siendo comandante general de avanzadas y
sus partidas continuaban hostilizando al enemigo en retirada. El 15 de
setiembre Rondeau solicitaba al Directorio que fuera ascendido a coronel de
ejército, expresando lo que sigue: “Son bastante notorios a la supremacía
de vuestra excelencia los servicios que ha hecho al Estado el comandante
general de avanzadas don Martín Miguel de Güemes, en el bien combinado plan
de hostilidades que ha sostenido constantemente y con honor de las armas de
la patria, en todo el tiempo que ha ocupado el ejército enemigo las plazas
de Salta y Jujuy, ya privándolo de los recursos que intentaba sacar de esta
parte de la provincia, ya escarmentándolo con bizarría en cuantas salidas ha
emprendido a la campaña con divisiones gruesas de tropa de línea, cuando el
comandante Güemes no tenía a su disposición más que unos pocos soldados y un
considerable número de paisanos, que él mismo supo reunir, entusiasmar,
darles dirección y empeñarlos en continuas guerrillas con el mejor suceso,
logrando con ellos aterrar las tropas enemigas, contener sus progresos y
proporcionar tiempo, seguridad y sosiego a nuestro ejército para que se
reorganizase en la ciudad de Tucumán”. Posadas dispuso el 1 de Octubre
de 1814 ascender a Güemes a coronel graduado. El 21 de noviembre Güemes
tenía su comandancia en Humahuaca y el 9 de diciembre estaba en Yavi. A su
vez, todo el ejército también avanzó desde Jujuy hasta Humahuaca, donde se
encontraba el 19 de enero de 1815.
En estos
momentos se produjo un entredicho entre los coroneles Martín Güemes y Martín
Rodríguez como consecuencia de un incidente entre gauchos del primero y
soldados del segundo. Güemes se dirigió a Rodríguez reclamándole por la
detención de algunos hombres de sus milicias, requiriendo que los dejara en
libertad y diciéndole que no debía incomodar en lo sucesivo a sus
milicianos. Rodríguez se indignó por el tenor de la nota y le contestó a
Güemes que había insultado a la Nación. El incidente llegó a conocimiento
del gobierno central, quien proyectó debilitar el poderío de los gauchos y
trasladar a Güemes a Buenos Aires. El traslado no se concretó pero a
principios de febrero de 1815 Rondeau designó comandante general de las
avanzadas nada menos que a Martín Rodríguez, desplazando a Güemes.
A los pocos días
de asumir la comandancia de la vanguardia, el 19 de febrero, Martín
Rodríguez fue sorprendido por fuerzas de Pezuela, cayendo prisionero. En la
prisión conversó con el general enemigo, resultando Rodríguez indultado el 8
de marzo de 1815. En su memoria militar, Pezuela expresó años después que
Rodríguez le dijo lo que sigue: “No quedándome duda alguna de la
restitución de nuestro amado soberano al trono, cesa para mí desde hoy la
presente guerra y soy un fiel vasallo de mi majestad, de que he dado siempre
repetidas pruebas”. Ocurría que nuevamente había negociaciones secretas
con el enemigo, en las que participaban algunos jefes del ejército en
campaña. Y nuevamente fue preciso alejar a Güemes”,
expresa el destacado investigador.
II.
LOS EMBLEMAS DE LA REVOLUCIN
En un artículo
publicado en la Revista “Rosario, su Historia y Región” -febrero de 2011-
Mario Golman propone reflexionar acerca de los símbolos que nacieron a
partir de la Revolución de Mayo y que se consolidaron al calor de la gesta
emancipadora. En él el autor expresa:
Las escarapelas
“Para mayo de
1810, la cucarda de uso obligatorio en los ejércitos del rey era la roja. La
documentación de la época, permite corroborar que los distintivos repartidos
por Domingo María Cristóbal French y Antonio Luis Beruti, al comenzar la
Semana de Mayo, no fueron celestes y blancos, sino sólo blancos junto con
retratos de Fernando VII. A medida que pasaban los días, los asistentes a la
Plaza de la Victoria (hoy de Mayo) agregaban en su sombrero, o en el ojal de
la casaca, una brizna de olivo y una cinta roja para que el virrey Cisneros
eligiera entre la paz o la guerra.
La divisa
celeste y blanca se vislumbra en Buenos Aires hacia febrero de 1811,
cuando jefes y soldados de los regimientos patriotas América -al
mando de French- y Granaderos de Fernando VII -liderado por Juan
Florencio Terrada- llevan a la vista escarapelas con esos colores.
Significan la libertad que se habían propuesto conseguir, haciendo suyos los
ideales independentistas de Mariano Moreno. Podríamos imaginarlas,
figurativamente, como un anillo celeste grande, con un centro pequeño de
color blanco.
En marzo de 1811
se organiza la Sociedad Patriótica, de definida orientación morenista y
enfrentada con la Junta Grande. La integran, entre otros, Beruti, French,
Terrada y Agrelo. Se identifican con un lazo de cintas celestes y blancas.
Desactivada por los Saavedristas como resultado de los sucesos del 5 y 6 de
abril, se restablece en enero de 1812, convirtiéndose, en poco tiempo, en un
club político de oposición al Primer Triunvirato. Sus miembros llevan
nuevamente la divisa celeste y blanca.
Habrá que
esperar hasta el 18 de febrero de 1812 para que el Primer Triunvirato
decrete oficialmente la escarapela nacional. Ésta será blanca y celeste,
aboliendo la roja e intentando, además, dejar fuera de circulación la
informal morenista.
El modelo
oficial consistió en dos círculos concéntricos, el exterior más grande, de
color blanco, y el central celeste (de inversa disposición que en la
morenista). Su confección podía ser en terciopelo, tafetán o utilizando
cordeles dispuestos en forma de espiral. La característica saliente del
distintivo nacional es que tenía más blanco que celeste, respetando así la
lógica gramatical utilizada en el decreto de creación.
Las primeras
banderas
Las enseñas que
portaban nuestros ejércitos, antes y después de acontecida la revolución,
eran dos:
una blanca, con el emblema real que representaba a la Corona y que se
denominaba la coronela; la otra, la específica de cada regimiento,
también de fondo blanco pero con el aspa de Borgoña roja en su centro, era
conocida como sencilla. Ambas llevaban en la extremidad de sus
ángulos el escudo de la provincia o ciudad de la que tomaba el regimiento su
nombre. Por su parte, el
pabellón español rojo y amarillo era de uso obligatorio en la armada y en
fortificaciones costeras.
Blanca y
celeste:
El precursor de la idea de preparar y mandar izar un emblema
que nos distinguiese de las demás naciones fue Manuel Belgrano. En febrero
de 1812, en Rosario, creó un pabellón con los colores de la escarapela. Se
desconoce su diseño, ya que don Manuel sólo lo identificó como blanco y
celeste. Las opciones más aceptadas sobre cómo pudo ser ese primigenio
lábaro son dos: de tres franjas horizontales, blancas a los extremos y
celeste en el centro, y de dos franjas horizontales, blanco sobre celeste.
Un ejemplar con
el primer modelo descripto se conserva en el Museo Casa de la Libertad
en Sucre, Bolivia. El segundo diseño se puede observar en la escena de la
batalla representada en el retrato de Manuel Belgrano, pintado en Londres en
1815 y atribuido a François Casimir Carbonnier.
Celeste y
blanca:
La existencia de banderas celestes y blancas, presumiblemente como las
actuales, pero sin el sol, tiene su origen en la ciudad de Buenos Aires. Los
primeros antecedentes destacan que el 24 de mayo de 1812 se estrenó en el
Coliseo Provisional una obra de teatro, de estilo patriótico, titulada El
Veinticinco de Mayo. Su autor fue el actor, cantante y músico Luis
Ambrosio Morante. Al finalizar la presentación se desplegó ante el público
la nueva insignia celeste y blanca. El 23 de agosto siguiente, con motivo de
celebrarse el fracaso de la conjura tramada por españoles europeos, liderada
por Martín de Álzaga, se colocaron banderas de seda celestes y blancas en la
torre de la parroquia de San Nicolás, sitio donde hoy se emplaza el Obelisco
de Buenos Aires.
El uso de la
celeste, blanca y celeste comienza a generalizarse en el territorio de las
Provincias Unidas (hoy República Argentina) a partir de marzo de 1813, luego
de ser adoptada como pabellón nacional por la Asamblea General
Constituyente.
El escudo
Al producirse la
Revolución de Mayo, el sello utilizado para rubricar los actos de gobierno
es el real. Su uso continúa hasta que, instalada la Soberana Asamblea a
fines de enero de 1813, se decide sustituirlo por el escudo de armas de
aquélla, el que en poco tiempo se convertirá en blasón patrio.
En mayo de 1813
Juan Manuel Beruti lo describe y dibuja en sus Memorias. Explica que
el óvalo se divide en dos campos, celeste arriba y blanco abajo, colores que
representan la bandera nacional. En el cuartel inferior se observan dos
brazos, cuyas manos diestras estrechadas significan la unión de las
Provincias. Las manos mantienen en posición vertical una pica que sostiene
un gorro rojo, lo que simboliza la libertad. El escudo es orlado por dos
ramas de laurel -que son los triunfos conseguidos- unidas por debajo con una
cinta celeste y blanca. Arriba se figura un sol incompleto, anunciando que
amanece para nuestra felicidad.
Originalmente,
el gorro era llamado de la libertad. El que se observa en el actual
escudo argentino es el modelo conocido como píleo: cónico, de base y
punta redondeadas, que fuera lucido por los revolucionarios franceses de
fines de siglo xviii. Sin
embargo, es muy común llamarlo frigio. Éste es oriundo de Frigia, territorio
de la actual Turquía, y tiene una estructura diferente, ya que cubre la nuca
en su totalidad y termina en dos tiras que sirven para anudarlas por debajo
de la barbilla.
El himno
Los versos
compuestos por Vicente López y Planes, y musicalizados por el catalán Blas
Parera, fueron aprobados como Única Marcha Patriótica para las
Provincias Unidas del Río de la Plata por decreto de la Asamblea del 11 de
mayo de 1813.
Esta composición
ha recibido distintos nombres: Canción Nacional, Himno Patriótico,
Marcha Nacional. Las versiones tradicionales, indican que la primera vez
se cantó en casa de María Sánchez de Thompson o en el edificio del antiguo
Consulado, donde se reunía la Asamblea. Ninguna ha sido definitivamente
confirmada.
Se han
extraviado la letra y partitura originales. De la letra se conocen dos
copias tardías (de 1843 y 1847) atribuidas a Vicente López, sin firma, con
variantes y correcciones. Respecto de la música, el maestro y compositor
Juan Pedro Esnaola (1808-1878) recogió la tradicional del himno que había
aprendido a cantar de niño y preparó el arreglo que hoy conocemos. La actual
es una versión abreviada de la original: se cantan sólo la primera y última
estrofa y el coro.
Las monedas
La Asamblea del año XIII se
constituyó como un gobierno independiente y nacional. Entre otras medidas,
ordenó quitar de todas partes las armas reales de los reyes de España,
eliminó su efigie de la moneda y decidió una nueva acuñación bajo un
concepto enteramente patriótico. Para ello se emitió un decreto en abril de
1813 firmado por Pedro José Agrelo, presidente del Soberano Cuerpo y autor
del diseño de las monedas.
Los numerarios
se prepararon en plata y oro. Las piezas de plata debían tener, por una
parte, el sello de la Asamblea sin el sol, con la inscripción Provincias
del Río de la Plata. En el reverso debía grabarse el sol figurado -con
32 rayos alternados entre rectos y flamígeros- ocupando todo el centro y
alrededor la inscripción En Unión y Libertad, más el nombre de los
ensayadores, lugar de amonedación, año y valor de la moneda. Las de oro
debían fabricarse como las de plata, pero con una diferencia: al pie de la
pica y de las manos que la afianzan se debían esculpir trofeos militares
consistentes en dos cañones cruzados y abajo un tambor, completándose el
diseño con dos banderas a cada lado del escudo.
La labor de acuñación -en la
Ceca de Potosí- no fue como la ordenada, ya que quedaron transpuestas las
leyendas. Así, la expresión En Unión y Libertad fue grabada alrededor
del escudo, mientras que la frase Provincias del Río de la Plata
quedó rodeando al sol. Hoy lo podemos observar en el núcleo de las monedas
de un peso, que reproducen aquel numerario de oro.
En Unión y
Libertad
es el lema argentino que figura en aquellas piezas de oro y plata, y que
también llevan las monedas y billetes de curso legal. No hay duda de que
nuestro espíritu patriótico se fortalecería si esa expresión, pensada hace
casi dos siglos, guiara nuestras acciones como ciudadanos”, finaliza Golman.
III.
SER GAUCHO
Miguel Vicente
Garay en “Memorias de la Marcha Patriótica”, libro en el que comenta la
marcha realizada a caballo en 1981, dice respecto al Gaucho:
“Ser Gaucho no
significa solamente usar la indumentaria gaucha, vivir en el campo, haber
nacido en tal o cual lugar, calzar botas, colocarse el chambergo, andar a
caballo, domar un potro, chalanear un flete, preparar un parejero, “orejear”
una baraja, “clavar” una taba, componer un gallo, echar un pial, enlazar un
bravo o un bagual, trabajar con tientos, manejar la mancera, carnear una
vaca, charquear, capar, correr ariscos en el monte, vadear un río crecido,
vistear con cuchillo, rastrear un animal extraviado, arrear una tropa de
yeguarizos ó una remesa de novillos, conducir una recua de mulas, saber
seguir una huella, conocer las sendas, tanto en el llano, monte o
cordillera, pulsar la guitarra, cantar una baguala, recitar versos, contar
cuentos camperos, enamorar una china, bolear un cimarrón, cuidar el ganado,
bailar una zamba o zapatear un malambo.
Puede haber todo
esto, pero ser gaucho significa mucho más. A mi modo de entender, además,
el verdadero gaucho es de esta manera:
Es patriota,
valiente, desinteresado, recto, amigo leal y cuida su honor en todo tiempo y
lugar. Es generoso, atento y sincero, y más servicial que un yesquero.
Ama nuestra
tradición. Recuerda a sus antepasados, como ejemplo de patriotismo y los
venera por su desprendimiento y sus hazañas de heroísmo. Sabe que sus
abuelos fueron de la Patria sus forjadores y aprueba la grandeza de su alma
cuando vencedores.
En una palabra,
el verdadero gaucho, es un hombre íntegro, derecho a carta cabal. Quiere
entrañablemente al suelo nativo, y se siente, por sobre todo, orgulloso de
ser Argentino”.
Vicente Garay
recorrió 350 leguas a caballo para honrar la memoria del Grl. Martín Miguel
de Güemes a 160 años de su muerte junto a 65 gauchos, con motivo de la
inauguración del Monumento al prócer en Buenos Aires, concretada el 16 de
Junio de 1981.
IV.
CORREO DE LECTORES
·
Desde Campana (Provincia de Buenos Aires) Pedro Fernández “el Gaucho”
expresa que le llena de regocijo el alma que la Casa de Güemes haya sido
expropiada, para bien de la Patria y de la historia. Comenta también que es
Socio del Instituto Güemesiano de Salta y que recorrió los lugares donde
luchó y vivió el Grl. Güemes.
·
Desde Sarandí (Prov. de Buenos Aires) Julio Rodríguez Ledezma felicita por
la difusión de la Gesta Güemesiana realizada en Egipto y Judea. A la
salutación del investigador se suman las de Mario Golman (Bariloche,
Provincia de Río Negro); Martín Alberto Figueroa (Mar del Plata, Provincia
de Buenos Aires), Carlos María Pagano y Martín Miguel Güemes (Salta).
·
José Gambera agradeció el envío del Boletín considerando que el mismo
permite conocer una historia que de otra manera no se conocería.
·
El
Dr. Antonio Cornejo agradece desde Salta el envío del Boletín celebrando la
adquisición de la histórica Casa de Güemes.
·
El
Arq. Julio Adolfo Guzmán lamenta que se haya adquirido sólo media casa,
preguntándose sobre el valor de lo adquirido, según los cánones de los
monumentos arquitectónicos.
·
El
Instituto Nacional Belgraniano agradece el envío mensual del Boletín
Güemesiano Digital y felicita por los once años de edición, exaltando y
difundiendo la Gesta Güemesiana.
·
Desde Uruguay, Marcelo Díaz Buschiazzo agradece el envío del Boletín y
felicita por los logros alcanzados.
·
Mirta Loran expresa su grata sorpresa al conocer el Boletín y agradece “por
abrir a nuestro conocimiento esta fuente de información histórica y sentir
nacional, como así también ponernos al tanto de los últimos
acontecimientos”.
·
Cristina Ferreyra agradece el envío del Boletín Digital solicitando ser
incorporada al listado de lectores que lo reciben mensualmente.
·
Jorge Virgilio Núñez (Salta) expresa que el general Güemes fue herido al
lado del inmueble actualmente catastrado como España 730, próximo a la
intersección de las calles España y Balcarce, donde vivía su hermana
Macacha. Seguidamente felicita por la difusión que a nivel mundial se
realiza de la Gesta Güemesiana.
·
La
escritora Ana María Cabrera informó sobre la reciente edición de su novela
“Macacha Güemes” agradeciendo el asesoramiento brindado por la autora del
Boletín Güemesiano Digital para su contextualización histórica. La novela
será presentada en Casa de Salta (7 de Abril) y en la Feria Internacional
del Libro (22 de Abril).
·
El
Dr. Carlos Amieva (Salta) consultó sobre una anécdota según la cual el Grl.
Güemes solía responder a pedidos de ayuda económica de gente del pueblo,
entregándoles su facón para que fuera empeñado. Luego él mismo cancelaba la
deuda y recuperaba el elemento empeñado en “Monte Pío”.
IV.
PALABRAS FINALES
Numerosos fueron
los saludos recibidos por correo y telefónicamente con motivo del onceavo
aniversario del Boletín. Este trabajo, dedicado y comprometido, se
retroalimenta diariamente con los lectores lo que constituye un gran
estímulo.
Once años atrás
no se pensó en la proyección de ésta publicación, hoy reconforta saber que
es un aporte concreto a la educación en todos los niveles y un fuerte
impulso al conocimiento y reconocimiento de la Gesta Güemesiana.
Prof.
María Cristina Fernández
Académica del Instituto Güemesiano de Salta
http://www.martinmiguelguemes.com.ar/