Anton van Leeuwenhoek (Delft,
Países Bajos, 24 de octubre de 1632 -1726 de agosto de 1723) fue un comerciante
y científico neerlandés, conocido por las mejoras que introdujo a la fabricación
de microscopios y por sus descubrimientos pioneros sobre los protozoos, los
glóbulos rojos, el sistema de capilares y los ciclos vitales de los insectos.
El
título de primer microscopista está unido al nombre del fisiólogo italiano
Marcello Malpighi, que descubrió los capilares en 1661, demostrando la validez
de la teoría de Harvey
sobre la circulación de la sangre. Pero fue un holandés, Anton Leeuwenhoek,
quien demostró en el siglo XVII de lo que era capaz un microscopio.
Leeuwenhoek nació en 1632, sólo tres años después de Huygens, en Delft, un
pueblo donde pasó toda su vida.
Era dueño de una tienda de paños, y entró en
contacto con las lentes debido a su negocio, ya que utilizaba lupas para
examinar cuidadosamente sus telas. También era conserje del ayuntamiento de Delft, y esas dos fuentes de ingresos le permitieron dedicarse a su afición de
la fabricación de lentes, una afición que se convirtió en la obsesión de su
vida. Cuando murió, había creado 419 lentes.
Leeuwenhoek fue un observador, no un teórico, pero como observador no tenía
rival. Abrió los ojos de sus contemporáneos a la enorme diversidad de la vida.
Fue el primero en describir los diversos tipos de plancton existentes en el
agua, descubrió el grupo de criaturas unicelulares que llamamos infusorios, e
incluso descubrió y describió las bacterias, unas formas de vida tan pequeñas
que pasarían otros cien años antes de que alguien fuera capaz de añadir algo
útil a lo que él ya había dicho.
Construyó su primer microscopio en 1660. Sus instrumentos eran microscopios
simples, de una sola lente. Básicamente eran lupas potentes y consistían en una
lente pequeña, muy convexa, situada en el centro de una placa de metal. Las
tenía que sostener con una mano y le cansaban mucho los ojos. Pero sus lentes
eran tan nítidas y estaban pulidas con tanta habilidad, que su poder de
resolución superaba con mucho el de los microscopios compuestos utilizados por
sus contemporáneos y producían imágenes libres de los colores distorsionados
(aberración cromática) que generaban los demás. No obstante, dejando aparte a
sus insignes contemporáneos, ha sido bastante ignorado, ya que no sabía latín y
no leía en ningún otro idioma que no fuera su holandés nativo.
A
pesar de su origen humilde, Leeuwenhoek se convirtió en miembro de la Sociedad
Real de Londres, y fue por
correspondencia Lovai Socienrias a esta
correspondencia unilateral escribió casi 400 cartas, todas en holandés como se
conoció su trabajo fuera de su país. En la última de estas cartas, legó a la
Royal Society 26 de sus mejores instrumentos, para que sus miembros pudieran
explorar ese nuevo mundo por sí mismos.
En
1677, Leeuwenhoek fue la primera persona en describir los espermatozoides. Fue
uno de los acontecimientos más importantes en la historia de la biología, pero a
corto término hizo poco por la comprensión de la concepción. Se sabía desde
hacía miles de años que los humanos, como todas las criaturas sexuales, se
concebían como consecuencia de un intercambio sexual, pero la mecánica de la
concepción seguía siendo tan misteriosa en el siglo XVII como lo había sido en
el siglo XVII a. G. Aunque Leeuwenhoek describió los espermatozoides en detalle
(imagen abajo),
tanto sus contemporáneos como él siguieron creyendo que la función de la hembra
era meramente alojar y nutrir la diminuta semilla proporcionada por el macho. No
sería hasta 1827, cuando el embriólogo germano-ruso Von Baer descubrió el óvulo
en el ovario mamífero y empezó a desentrañar el misterio de cómo se conciben los
seres humanos.
Leeuwenhock se volvió tan famoso, que reyes y reinas interrumpían sus viajes
para detenerse en su tienda y mirar a través de sus lentes. Hoy día todavía
sobrevive una de ellas, que amplia 270 veces y permite observar detalles de sólo
1/1.000 de milímetro/1/125 de pulgada de diámetro. Con esos maravillosos
instrumentos demostró la existencia de un mundo de vida microscópica jamás
soñado, y puso los cimientos de varias ramas importantes de lo que más tarde
sería la ciencia de la biología. No comenzó sus investigaciones hasta que tuvo
cuarenta años, pero vivió cincuenta más, y estudió sus diminutas criaturas hasta
el final.
Leeuwenhoek se propuso
calcular el numero máximo de personas que caben en la Tierra
estimando la extensión de la superficie terrestre. Concluyo
que mide 9.276.218 millas cuadradas (holandesas). Dio por
supuesto que los vastos océanos ocupaban dos tercios de la
superficie terrestre total y estimo que estaban habitados
dos tercios de la tierra firma. Por tanto, la parte habitada
de la Tierra ocupaba 2.061.282 millas cuadradas. Si se
calcula cuanta gente cabe en una milla cuadrada, entonces
solo habrá que realizar una multiplicación para calcular el
numero máximo de personas que pueden morar a la vez en la
Tierra.
Para calcular cuanta gente
cabe en una milla cuadrada, Leeuwenhoek recurrió a la zona
que mejor conocía: el norte y el sur de Holanda y parte de
Brabante. Esta región tiene la forma aproximada de
rectángulo y cubre una área de 154 millas cuadradas. Holanda
no dispuso de un censo nacional hasta bien entrado el siglo
siguiente (XVIII), de modo que Leeuwenhoek aprovechó la
circunstancia de que en 1622 se había instaurado un impuesto
por cabezas o “capitación”. A partir de ahí supo que esta
región tenia una población aproximada de un millón de
personas.
Ahora Leeuwenhoek estaba en
condiciones de determinar las dimensiones de una población
máxima para la Tierra. Se dijo: “Asumamos que la parte
habitada de la Tierra tiene la misma densidad de población
que Holanda”. Por supuesto, era consciente de que “no puede
estar tan habitada”. Pero, como la parte habitada de la
Tierra es “13.384 veces mayor que Holanda”, obtuvo el
resultado de un máximo de “13.385.000.000 de seres humanos
en la Tierra”. De esta manera, al querer expresar (y
comparar) en números el tamaño diminuto de los animálculos
que había descubierto lo llevo a realizar el primer
ejercicio del que ha quedado constancia relacionado con la
ciencia de la demografía.
Fuente Consultada: Historia de las
Ciencias Desiderio Papp
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