FELIPE II DE ESPAÑA aseguró la hegemonía
española en Europa al derrotar a Francia y al imperio turco y al incorporar a la
corona el reino de Portugal.
Religión, finanzas y guerra
La
Paz de Augsburgo demostró a Carlos y el fracaso de su ideal de gobernar un
imperio universal cristiano. En 1556, cansado, abdicó en favor de su hijo Felipe
u los reinos españoles, los Países Bajos, El Franco Condado, Nápoles, Sicilia,
las islas Baleares y América.
A su
hermano Fernando transfirió el resto de sus estados, es decir, el archiducado de
Austria y el imperio
(recordemos que, si bien la dignidad imperial era electiva,
recaía en la casa de Habsburgo). Carlos y se retiró a un monasterio, donde murió
en 1558.
(imagen: Felipe II
(detalle). ÓIeo de Pantoja de la Cruz. )
Felipe u recibió de su padre una enorme herencia, que lo convirtió en el monarca
más poderoso de su época. Para mantener su supremacía en un período
caracterizado por enfrentamientos religiosos, intentó consolidar un imperio
centrado en las instituciones del estado y en la unidad religiosa. Para ello,
redujo las libertades políticas y persiguió, en el interior de España, a los
moriscos (musulmanes convertidos públicamente al catolicismo pero que se
mantenían fieles a su religión).
La
economía española atravesó, en esta época, grandes dificultades a pesar de los
metales preciosos que le llegaban de América. Las constantes guerras, así como
la expulsión de moros y judíos (en su mayoría comerciantes y artesanos),
llevaron a España a profundas crisis económicas. En tres oportunidades (1557,
1575 y 1596), Felipe u declaró la bancarrota del estado.
En
1578 murió el rey Sebastián de Portugal y quedó vacante el trono portugués.
Felipe invadió Portugal para hacer valer sus derechos como heredero al trono.
Finalmente, apoyado por la nobleza portuguesa asumió la corona de ese país. En
1581, por primera y única vez desde los tiempos del Imperio Romano, la Península
Ibérica quedó totalmente unificada.
Los conflictos heredados:
Felipe tuvo que hacer frente a problemas internacionales heredados de la época
de Carlos V.El
viejo conflicto con Francia por las posesiones italianas finalizó en 1558 con la
derrota francesa. Ambos estados estaban agotados y firmaron la Paz de Cateau
Cambresis, en 1559, en la cual Francia reconocía las pretensiones francesas
sobre Italia.
Con
respecto al imperio turco, el nuevo monarca persistió en su actitud de católico
combatiente y lo enfrentó, junto con el Papado y la República de Venecia. En la
batalla de Lepanto, en 1571, venció a la escuadra turca, poniendo fin al poder
comercial de los turcos en el Mediterráneo.
La
Batalla de Lepanto
El conflicto con los Países Bajos
y la rivalidad con Inglaterra
En
los Países Bajos, se habían difundido las ideas luteranas y, hacia mediados del
siglo XVI también fue muy fuerte la difusión del calvinismo.
A
Felipe u le interesaba sostener su poder en los Países Bajos, a causa de su
importancia económica y de la posición estratégica que ocupaban en Europa. Por
eso, llevó a cabo una cruel represión de los nobles y de la burguesía, que se
sublevaron contra el poder español. Esta represión no solucionó la situación y
se inicié una larga guerra.
Finalmente, Felipe II logró imponerse en el sur (actual Bélgica), que tenía una
mayoría de población católica. Por el contrario, el norte (actual Holanda), con
predominio calvinista, ‘esistió de distintas maneras el dominio español.
La dura represión de las fuerzas
españolas aglutinó a los católicos y protestantes de los Países Bajos contra el
ejército español. El dominio español comenzó, así, a declinar. En 1577, el
príncipe protestante Guillermo de Orange pudo entrar triunfante a la ciudad de
Amsterdam
En
estas luchas entre los calvinistas y Felipe u, Inglaterra y rancia apoyaron
abiertamente a los primeros. El apoyo inglés, sumado a los constantes ataques de
los piratas y corsarios ingleses a las flotas españolas que venían de América,
llevaron a Felipe II al enfrentamiento armado con Isabel de Inglaterra.
El Imperio Español de Felipe II
“El
reinado de Felipe correspondió, en líneas generales, al apogeo del poderío
español. Al no poseer el título imperial, la situación del soberano del Escorial
parecía inferior a la ocupada por su padre, aunque tal hecho representara más
bien una ventaja, ya que con ello se había desembarazado de los enojosos asuntos
alemanes. La totalidad de sus estados constituía un imperio, en el sentido que
los historiadores dan a este término, aunque se hallase desprovisto de dignidad
imperial. Imperio que tenía por centro el reino de Castilla donde Felipe II
estableció su residencia desde 1562 y del que extraería sus principales recursos
financieros y sus fuerzas militares.”
HENRI
LAPEYRE. Las monarquías europeas del siglo XV. Las relaciones internacionales.
Barcelona, Labor, 1975.
Historia 2 - El Mundo
Moderno
|