|
Resurrección de
Servet: En 1553, Miguel Servet se hizo carbón, junto con sus
libros, en Ginebra. A pedido de la Santa inquisición, Calvino lo quemó vivo,
con leña verde.
Y por si fuera poco fuego, los inquisidores
franceses volvieron a quemarlo, quemaron su efigie, unos meses después.
Servet, médico español, había vivido huyendo, cambiando de reino, cambiando
de nombre. No creía en la Santísima Trinidad, ni en el bautismo recibido
antes de la edad de la razón, y había cometido la imperdonable insolencia de
comprobar que la sangre no está quieta y circula por el cuerno y se purifica
en los pulmones. Por eso lo llaman, ahora, el Copérnico de la Fisiología.
Servet había escrito: En este mundo no hay
verdad alguna, sino sombras que pasan. Y su sombra pasó. Siglos después,
volvió. Era tozuda, como él.
Fuente Consultada: Espejos de Eduardo
Galeano
|
|